Molinos energéticos

Molinos energéticos

LEANDRO GUZMÁN
Los que damos seguimiento a los asuntos energéticos y agropecuarios a menudo nos encontramos con novedades. En el caso de los problemas relativos a la energía eléctrica, los medios de comunicación traen no solamente las noticias acerca de los apagones, sino varias propuestas para solucionarlos, entre ellas algunas dignas de ser tomadas «con un grano de sal», por sus aspectos discutibles. En su momento las analizaremos.

En cuanto al suministro de agua para pequeñas comunidades, como solución transitoria, nos llamó la atención un programa puesto en marcha por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI), que tiene como meta construir no solamente lagunas artificiales, sino además la instalación de 200 molinos de viento para extraer agua y satisfacer así los requerimientos urgentes de núcleos poblacionales del campo que no pueden esperar a que les construyan una presa.

Las lagunas artificiales satisfacen necesidades de los pequeños ganaderos, que a veces ven impotentes cómo sufren sus reses en períodos de sequía, haciendo de tripas corazón para buscarles agua.

Cualquiera pensaría, por otra parte, que instalar molinos de viento en los campos dominicanos es un retorno al pasado, si se toma en cuenta que hace más de un siglo que existieron y rindieron un excelente cometido.

Naturalmente, la instalación de redes eléctricas y el avance de la modernidad obligaron a los diferentes gobiernos a construir nuevos acueductos, razón por la cual los molinos de viento fueron desapareciendo poco a poco.

No es ninguna panacea, pero tampoco se les puede menospreciar. Todavía en el país hay numerosos lugares donde no hay acueductos, ni energía eléctrica, de modo que la instalación de molinos de viento resuelve un problema de vital importancia para quienes necesitan agua, aunque nosotros abogaríamos por un sistema híbrido, que el tiempo que extraiga el agua, genere energía.

La idea es dotar a esos molinos de viento de alternadores, cuya potencia va a depender de la localización del molino, con el propósito de cargar baterías que, conectadas a un inversor, puedan cubrir los servicios de una vivienda o de una pequeña escuela o subcentro de salud.

Ignoramos el número de escuelas esparcidas en campos, tanto en el llano como en las montañas, que carecen no solamente de agua, sino también de energía eléctrica.

Hay que imaginar el gran servicio que prestaría un molino de viento en cada una de esas escuelas, aparte del impacto social que crearía al convertirse en agentes para mejorar la salud de los beneficiarios.

No se trata de nada nuevo, pues otros países en vías de desarrollo como el nuestro, donde se ha apelado al uso de la imaginación para superar las dificultades, los molinos de viento han dado excelentes resultados con esa doble función, sino descartar además el uso de paneles solares, que incluso pueden ser construidos localmente.

En esos países se han instalado sistemas fotovoltaicos, integrados por paneles, baterías, un equipo de televisión, una radio grabadora y hasta cinco fuentes de iluminación, entregadas a las familias cuya responsabilidad es cuidarlos para que no se dañen.

Comunidades rurales completas disfrutan así de los beneficios que genera el aprovechamiento de la luz solar; viviendas aisladas, círculos sociales, salas de televisión y escuelas, cuentan con televisión, video y computadora, para apoyar la calidad del proceso de aprendizaje de los alumnos en igualdad de condiciones a los discípulos de los planteles educativos de las ciudades.

Sería útil que el INDRHI se anime y tome en cuenta la idea de convertir a los molinos de viento en pequeñas fuentes generadoras de energía, especialmente en estos momentos de precariedades en el suministro de ella, debido a un petróleo caro y que no producimos, pero además por limitaciones financieras que impiden ramificaciones en el campo.

Para los maliciosos que siempre buscan donde no hay, nosotros no vendemos molinos de viento, ni paneles solares. Simplemente exponemos una idea que creemos factible, con ánimo de contribuir a los planes para mejorar la calidad de vida de aquellos dominicanos que nunca han disfrutado siquiera un poco del confort de la vida moderna.

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