Frente a un adversario o vecino desesperado, anarquizado y con nada que perder, se debe actuar con mucha prudencia sopesando los pro y los contra de nuestras reacciones para evitar dejarnos arrastrar a situaciones que se salgan del control y después, tener que lamentar.
Los asuntos del Estado, y más si involucran a otro país, deben tratarse con la cabeza fría al margen de las emociones que podamos sentir en un momento determinado, sin perder de vista los derechos humanos de quienes, muchas veces, no tienen nada que ver con las decisiones de sus gobernantes y mucho menos con grupos económicos de poder.
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El cierre de la frontera por los accesos formales perjudicaría grandes intereses comerciales a ambos lados de la misma y, lo que es peor, cerraría la única válvula de escape de un pueblo hambriento y desesperado que resultaría difícil, por no decir imposible, de mantener tranquilo en su país.
Ya por Dajabón, la parte superior del muro en construcción, que es de malla ciclónica, fue rota a pesar las medidas de vigilancia extremadas en estos días. Esto representa una muestra de lo que sucedería a nivel general si se persiste en la drástica medida de cierre de frontera por tierra, mar y aire.