Monsanto, condenada, que se sepa

Monsanto, condenada, que se sepa

Hace varios años que mi querido amigo Antonio Thomen me lo dijo «aquí se enferman y mueren personas que trabajan en la zona rural porque usaron químicos (pesticidas y fertilizantes) y desconocían la peligrosidad de esos productos, para la salud». Pasó parte de su vida luchando por esos campesinos y su salud.

El hecho ocurrió en Francia, pero era fundamental compartirla con los lectores, con Antonio Thomen y los agricultores dominicanos, porque pocas fuentes periodísticas reportaran esta noticia: un tribunal francés, de Lyon, acaba de reconocer la responsabilidad de la multinacional Monsanto en un caso de intoxicación por pesticida. Se espera que haga jurisprudencia. Así es la corta historia de Paul Francois, un agricultor francés, productor de cereales, que un día de  abril del 2004,  deshierbando sus tierras, decide controlar el reservorio de un pulverizador que está accionando y que contiene herbicida. El aparato se quedó algunas horas al sol;  el  pesticida se llama Lasso y es  prohibido en América del Norte y en Europa, menos en Francia. Cuando Paul abre el reservorio del pulverizador, se escapa un vapor, él lo inhala inmediatamente. Siguen náuseas, perturbación del habla, pérdida del conocimiento, cefaleas, vértigos y cansancio extremo. Lo terrible del caso es que durante años y años, los daños seguirán. Los análisis demostraron que la presencia del monoclorobenzeno es el responsable de los daños ocasionados en su organismo. Desde ese día, la lucha de Paul Francois para que se reconozca su enfermedad como enfermedad profesional no conocerá tregua. Sufre desde entonces de una incapacidad permanente y su defensa consistió en afirmar que nada en el embalse del producto químico lo advirtió del peligro cuando éste se queda al sol (volatilidad en otra palabra). Ni una etiqueta, ni una advertencia con ese famoso símbolo de la muerte que indica un peligro. Monsanto fue condenada a indemnizar al productor de los daños causados. Se piensa que la batalla solo se inicia, pero la sentencia del Tribunal de Lyon  es un hecho histórico: es la primera vez que en Francia se condena de tal manera  a la Monsanto, esa  multinacional, potente, avasallante e inalcanzable. Monsanto fue condenada por no informar, por falta de transparencia y de honestidad, por no decir al usuario que el producto es peligroso  y que puede afectar definitivamente su salud. Qué buen precedente, que se sepa, en los campos de Constanza, de Hato Mayor y de La Jina.

 

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