Monseñor Masalles habla por todos

Monseñor Masalles habla por todos

Juan Bolívar “se siente avergonzado”. Dijo, el 27 de febrero: “me dio ganas de llorar cuando terminé de elaborar un cuadro con los 18 renglones en que estamos peor en el índice de competitividad del Foro Económico Mundial, a cuya última reunión asistió el presidente Leonel Fernández.” “Qué podemos hacer”. (Hoy; 27 febrero; página 9A).

Lo que generó la vergüenza y las ganas de llorar del amigo Juan Bolívar Díaz, brillante director de Uno + Uno, fue comprobar que tomando 139 países como muestra, el nuestro se encuentra, en los últimos escalones en los renglones de despilfarro en el gasto gubernamental, favoritismo de los funcionarios, desvío de fondos públicos; en calidad de educación en general y en calidad de la educación primaria, en educación matemática y científica y en la tasa nacional de ahorro.

Y mientras Juan Bolívar se siente avergonzado, nuestro Presidente se destapa, el mismo 27 de febrero, con un discurso que provocó que Monseñor Víctor Masalles, en el solemne Tedeum en la Catedral, le enrostrara al Dr. Leonel Fernández y a la plana mayor de sus funcionarios que “el pueblo no vive de números o indicadores estadísticos”. Y siguiendo la tónica del ilustre sacerdote, el grueso de los ciudadanos que opinaron y las organizaciones de la llamada sociedad civil, criticaron enérgicamente el discurso presidencial.

Así anda nuestro país hoy en día. La rabia se acumula y crecen las protestas y la indignación ciudadana. Mientras tanto, para salvar la macroeconomía y garantizar que seguiremos en el mismo tren en que nos han montado todos los gobiernos que hemos padecido en las últimas décadas, el equipo económico, en especial el Banco Central, no dan ninguna señal de cambio de este modelo hambreador, apelando a las consabidas medidas de contraer la economía, aumentando la cantidad de dinero que recibe el gobierno por cada galón de combustible que consumimos, permitiendo el aumento de la tarifa eléctrica, incrementando los intereses, reduciendo las inversiones productivas mientras continúa el despilfarro, la corrupción gubernamental, la polarización social y la impunidad.

Las palabras y el trato con “guante de seda” a los poderosos sobran. El grueso de los ciudadanos y ciudadanas que padecen la calamitosa situación que provoca la vergüenza de Juan Bolívar saben muy bien quiénes son los culpables. Pero estos ciudadanos, que constituyen la reserva social de cualquier cambio de rumbo,  necesitan que los que estamos en la posibilidad de formar opinión y aquellos que ejercemos la política con vocación de servicio, demos un paso al frente, luchemos por construir una opción de cambio, al tiempo que invalidamos moral y políticamente las cúpulas responsables.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas