Monstruo con escamas, plumas y pelos

Monstruo con escamas, plumas y pelos

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX
Está a punto de surgir un nuevo movimiento político en la República Dominicana. Por todas partes se levantan voces de rechazo a la conducta de los políticos tradicionales. Estas voces no claman en el desierto; claman en medio de la multitud, que no oye porque no tiene fe en el porvenir de la RD. Los hombres y mujeres que componen esa multitud han sido engañados una y otra vez.

Las reiteradas experiencias negativas les han vuelto escépticos, recelosos, desalentados.  Muchos de estos hombres y mujeres han perdido la “capacidad de entusiasmo”, que es la virtud motora de casi todas las acciones humanas.

Se preguntan: ¿cómo saldremos de esta olla de grillos? Tenemos policías que venden yipetas robadas y militares que son cómplices de los narcotraficantes. ¿Quién tiene la fuerza para cambiar esa situación? Los desfalcos de los políticos, una vez denunciados y puestos de manifiesto, no se investigan para instruir los debidos procesos judiciales.  La misión del “político entrante” es encubrir al “político saliente”. ¿Cómo saltar fuera de ese círculo tan vicioso como viscoso?

Estas gravísimas preguntas producen inhibición y parálisis en jóvenes y viejos. No han encontrado el método, vía o camino, para organizar la convivencia social de una manera más estimulante y productiva. Sin embargo, este movimiento se incuba en el horizonte histórico dominicano, del mismo modo que se forman las tormentas tropicales en el golfo de México. Estamos todos los dominicanos sometidos a perpetuos “cambios de presión atmosférica”. ¿Con cuales ingredientes se hace un “guiso político” de esta clase? Con los mismos elementos de siempre: empresarios, militares, sindicalistas, religiosos y profesionales. ¿Quién podrá convocarlos y aglutinarlos y organizarlos? Este es el punto central del asunto. ¿Cómo puede prepararse la sociedad civil para resistir el poder desordenador de tantos actores políticos irresponsables o depredadores? Hemos sufrido en lo pasado la acción dañina de tres tipos de loros retóricos: los loros marxistas, que para explicar cualquier sencillo problema práctico recurrían a la terminología litúrgica: tesis, antítesis, síntesis, acumulación cuantitativa, cambio cualitativo; los loros neoliberales, ahora en boga, que nos machacan con fraseología “formulística”: el comercio global, el agotamiento de los modelos, las ventajas comparativas, y los loros atávicos de la tradición dictatorial que nos proponen el macanazo: “romper el cocote”, meter en cintura, “dar candela”.

Debemos reconocer a los marxistas el acierto de insistir en la dureza de la vida de los pobres; también seria justo admitir que el comercio –con diversas desigualdades e injusticias– tiende a globalizarse. Incluso es pertinente tomar en cuenta las apelaciones al orden y a la autoridad que hacen los grupos conservadores y los “nostálgicos” de la tiranía trujillista. Ahora bien, ninguna clase de loros debe llevarnos a confusión o a recaer en formulas que ya han mostrado ser políticamente desastrosas. El procedimiento más expedito para establecer nuestras prioridades es hacer una “lista”. Una lista o relación de problemas colectivos importantes, como son: la comida, la energía, la justicia, la moneda, la seguridad, la educación, el empleo, los servicios de salud. La sola confección de un plan de trabajo en esos campos echaría las bases de un programa de gobierno; y no sería este, como dicen, un “programa mínimo” sino un “programa máximo”, si partimos del bajísimo lugar en que nos encontramos hoy. No se olvide que ya hemos sido acusados de tener un “Estado fallido”. 

Es muy peligroso –en la atmósfera internacional de hoy – que entre Haití y la República Dominicana solo existan escasas diferencias de grado, a juicio de los analistas extranjeros de la fundación que auspicia a la revista “Foreing Policy”. Haití fue intervenido militarmente en 1915 y a la República Dominicana le ocurrió exactamente igual en 1916. La historia podría repetirse, aunque en otro contexto geopolítico. Los dominicanos preocupados por el futuro de sus hijos: por la educación que recibirán, el mundo económico en que vivirán, los alimentos que consumirán, el tipo de sociedad donde habitarán, tendrán que participar activamente en la edificación de ese porvenir colectivo. Verán que es inevitable asumir riesgos y “pasar trabajos” para mejor vivir ellos, sus hijos y nietos.  Solo falta que crean posible lograrlo. 

Poco a poco, como se juntan las piezas de un rompecabezas, se irá configurando este movimiento latente, deseado, presentido; pero sofrenado y aplazado por indecisión, pereza, exceso de prudencia y falta de medios. Un buen día despertaremos con la noticia de que ha brotado de la tierra un monstruo con escamas, pelos y plumas. Civiles, militares, religiosos, empresarios, artistas, periodistas, trabajadores y estudiantes, se han reunido a luchar por una causa común cada vez que los problemas económicos y sociales los colocan entre la espada y la pared. ¿Es utópico pensar en una institución híbrida, mezcla de compañía por acciones, cooperativa y ONG, que sea instrumento de esa transformación colectiva?

henriquezcaolo@hotmail.com

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