Monstruos de bolsillo

Monstruos de bolsillo

Hace muchos años pregunté a uno de mis nietos ¿qué es un “Pokemon”? Supe entonces que era una abreviatura compuesta y españolizada de dos palabras inglesas: “pocket” y “monster”, o sea, bolsillo y monstruo. “Pokemon” significa monstruo de bolsillo. Viene a ser algo así como “monstruo de poca monta”. Es el elemento central de un juego para entretenimiento de niños. Son monstruos que no asustan a nadie. En la República Dominicana pululan pequeños monstruos que hacen todo lo posible por aterrorizarnos. Tenemos “periodistas” que dan “pelas de lengua” a través de las redes sociales de “Internet”. Hace pocas semanas un lector de esta columna me escribió para decirme que habían surgido “internectuales” militantes.

Las mismas tonterías que siempre se han escuchado en los autobuses, en las colas para pagar las cuentas de energía eléctrica, ahora circulan por el “ciberespacio”. Pero con más pretensiones y mayor “resonancia”. Muchos de estos “internectuales” cosechan comentarios, aplausos y “seguidores”, en conexión con sus opiniones políticas o creaciones literarias. Poco a poco se van constituyendo en monstruos de bolsillo “online”. Existen “poquemones” de la poesía, la nutrición, el sexo, la filosofía, la religión, la historia. Podríamos decir que se trata de una “ampliación democrática” del ejercicio de la inteligencia; de un nuevo “ámbito público” para la discusión, la discrepancia ideológica, el lucimiento social.

Pero las sociedades contemporáneas deben sufrir también monstruos de bolsillo en otros “campos mediáticos”. Los artistas “pop” ventilan guerras profesionales, pasiones, negocios, adicciones, colocándose bajo la luz intensa de los reflectores de sus escenarios habituales. Suponen que sus gustos vestimentarios, caprichos amorosos u ocurrencias momentáneas, merecen nuestra atención detenida. No en balde son personajes destacados de los espectáculos populares. Estos monstruos de bolsillo son capaces de convocar una rueda de prensa para mostrar el “piercing” de su ombligo o una nueva flor en su tatuaje.

Abundan los “poquemones” en el gremio de escritores y en el de los políticos. En estas “colectividades” es frecuente encontrar personas que se sobreestiman más allá de toda medida razonable. Hay autores de obras raquíticas que solo admitirían ser comparados con Shakespeare o Cervantes. En política, varios monstruos de bolsillo son visibles en la región del Caribe y buena parte del continente.

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