Monstruos del dominio

Monstruos del dominio

Cuando escribí “La globalización avanza hacia el pasado” en 1995, nunca creí que veinte años después, estaría vivo para ver parte de los efectos de “la era global”. El imperialismo tradicional -el de la antigüedad y el de los tiempos modernos- produjo algunos !monstruos primarios” de carácter social: humiliores y honestiores, esclavos, siervos de la gleba. Decir que la globalización avanzaba hacia atrás, hacia el pasado colonial, fue mi segunda “transgresión impropia”; la primera fue no sumarme a la idea de que la lengua española no era el centro de gravedad de nuestra cultura. No me pareció antropológicamente razonable, la oposición disociadora entre blanquismo y negrismo, aplicada a todas las sociedades mulatas de las Antillas.

En Cuba, Puerto Rico, Haití, Martinica, Santo Domingo, existen sociedades donde conviven negros, blancos, mulatos; todas ellas son culturalmente distintas, aunque contengan elementos comunes.
Sostuve que la cultura era más importante que la piel. Y advertí, en “La guerra civil en el corazón”, que podríamos confundirnos y no tener en claro si éramos negros o blancos, lo cual podía conducirnos a una guerra con nosotros mismos y, tal vez, a una guerra social. Cuando se habla de “cholos”, mulatos, mestizos, zambos, se alude, despectivamente, a unos “monstruos menores” resultantes del dominio imperial. Esas formas de minusvalía social, proceden del descubrimiento, conquista y colonización del Nuevo Mundo, suceso político que “inaugura” la globalización.
En el momento actual sufrimos terrorismo, emigración en masa, crisis monetarias, endeudamientos públicos impagables. El mundo entero está revuelto.
Se dice que no debe haber naciones sino “grupos de integración económica regional”; pero tan pronto los emigrantes se asoman a las fronteras europeas, se oyen los gritos de los “internacionalistas”.
Es posible globalizar la riqueza mediante la ampliación de mercados “de alto consumo”, como los de la Comunidad Económica Europea.
También es posible “globalizar la pobreza” si todos los países pobres aceptan, sin más, las mismas reglas de los ricos. ¿Es sensato agruparnos en “asociaciones de miserables” que discutan colectivamente con los poderosos? Poderosos industrial, tecnológica y monetariamente.
La globalización de las finanzas engendra “monstruos”; en algunos sistemas hipotecarios al deudor moroso puede incautársele la casa y seguirla debiendo judicialmente. La economía global crea continuamente moneda y títulos financieros.

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