Montaje mediático y espacio público: Güibia y las piscinas

Montaje mediático y espacio público: Güibia y las piscinas

Bien antes del 2012, los barrios populares de Santo Domingo, para Semana Santa, se “apropiaban” de sus calles y parques, instalando frente a sus casas aquellas pequeñas piscinas que recreaban la ilusión de la playa. Bello espectáculo ese de nuestros barrios, inventando y organizando su propia Semana Santa, vigilando sus progenituras y gozando de una especie de libertad urbana durante cuatro días robados al miedo y a la inseguridad.

Resulta que nuestro síndico, que no ha hoyado una sola piscina municipal en los barrios, pero poseído por un incontrolable deseo de control social que no es más que un autoritarismo disfrazado, se hizo dueño de esa iniciativa popular y desde el 2013 se empecina en “montar” piscinas en un espacio público que durante todo el año ha transformado en “gimnasio”. Nuestro síndico no ha creado un solo espacio público, solo ha “acondicionado” esos espacios para que los usuarios “hagan” lo que él quiere.

Durante tres días del año, él ha decidido que ahí serían “piscinas” y a pesar de la sequía, de la escasez de agua y de lo impropio que son “esas termas modernas” por la salud y el higiene públicos, él instala piscinas y al lado su foto. Él considera que su iniciativa es exitosa, pero ha desmovilizado la iniciativa y la convivencia populares, para concentrar en el Malecón, niños y padres que van ahí, como van al Carnaval, porque en Santo Domingo también se visitan los malls como en otros países se visitan los museos.

Como si ya no fuera suficiente, también ha despojado la playa de Boca Chica de sus concursos playeros y los trajo a “su balneario improvisado” que funciona entre control social y tolerancia pueril. Una sola vez ha consultado la ciudadanía (Plan estratégico), no ha ejecutado el presupuesto participativo, no ha invertido un chele en los barrios pero acondiciona todos los espacios muertos de la capital en canquiñas que marean por lo lumínico, en zooberto aterrador y de mal gusto y en gimnasios ruidosos y estresantes.

Entonces, para justificar los 8 millones de pesos que invirtió en su “balneario populista” se inventa cada año un número de visitantes imposibles de reunir ni en un mitin de Peña Gómez: 400 mil dice El Día; 500 mil dice el Diario Libre, abultan la cifra porque nuestro Zar tropical aspira, aspira a… otra silla y, como diría Andrés L. Mateo ¡Oh Dios de Semana Santa, líbrenos de ese mal¡.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas