Montalvo: entre Bosch y Mandela

Montalvo: entre Bosch y Mandela

Siendo apenas un niño que recién aprendía a entender el significado de las palabras, recuerdo al maestro de la escuela primaria cargándonos la mente con frases que envolvían un profundo valor para la maduración de nuestro cerebro infantil. Una de esas expresiones lo era el refrán que decía: “Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”. Seis décadas después, surge fresco como manantial desde la profundidad de la memoria el susodicho adagio, a raíz del excelente y oportuno discurso que en fecha 10 de julio de 2014 pronunciara en Juan Dolio el Ministro de la Presidencia Gustavo Montalvo, en la reunión del Diálogo Binacional entre la República Dominicana y Haití.

Dos temas fundamentales fueron resaltados: el comercio entre ambos países y la seguridad pública de ambos pueblos. La sinceridad y la honestidad caracterizaron la pieza oratoria; muestra de ello es la aseveración de que en siete meses de conversaciones las relaciones bilaterales habían logrado avanzar más que en el último medio siglo. Dijo además: “Aquí no hay espacio para la ingenuidad.

Sabemos muy bien que entre la República Dominicana y Haití existe una larga historia de desencuentros, malentendidos y querellas que han terminado creando, en cada uno de nuestros países, una imagen distorsionada del otro. Estas imágenes distorsionadas y, por qué no decirlo, a menudo completamente falsas, han sido utilizadas frecuentemente y de forma deliberada por viejas élites que, a ambos lados de la frontera han tenido intereses en la confrontación.

Elites que siempre han temido que la colaboración y la solidaridad afectaran a sus privilegios y que, para impedirlo, han instrumentado los temores y los odios que nutren ese desencuentro… La verdad objetiva es que la política de odio sembrada en el pasado ha tenido un costo elevadísimo para esta isla, a ambos lados de la frontera, tanto en términos humanos como materiales… Nuestro futuro puede ser muy diferente, puede ser mucho mejor, y es nuestra responsabilidad que así sea.

Pero para lograrlo debemos limpiar nuestra mirada de pasado y observarnos nuevamente desde la esperanza, desde la confianza y desde el respeto mutuo”. Para avalar esta hipótesis Gustavo citó al líder surafricano Nelson Mandela, quien habría sentenciado: “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su origen, o su religión. El odio se aprende”.

“Y si son capaces de aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar”.

Hubo de remontarse Montalvo al año de 1943 para resucitar el pensamiento inmortal de Juan Bosch, quien en aquella trágica ocasión, a escasos seis años de la matanza de haitianos nos orientaba:” Nuestro deber es, ahora luchar por la libertad de nuestro pueblo dominicano y luchar por la libertad del pueblo haitiano. Cuando de aquél y de este lado de la frontera, los hombres tengan casa, libros, medicina, ropa, alimentos en abundancia; cuando seamos todos, haitianos y dominicanos, ricos y cultos y sanos, no habrá pugnas entre los hijos de Duarte y de Toussaint”.

Compañero Gustavo Montalvo: sostenido entre esas dos moles de la historia te mantendrás de pie en el presente con la mente futura en sintonía en el Serrat que pregona: Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.

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