San Fernando de Montecristi
La ciudad todavía dormía y ya estábamos en la carretera. El madrugón (5:00 a. m.) no era para menos si se considera que nos dirigíamos a Montecristi, ubicado a 270 kilómetros de Santo Domingo y que la agenda del día era, por demás, ambiciosa.
Así, mientras el resto de los dominicanos dormían, unas 300 personas que participábamos del Itinerario Cultural, recorridos por las provincias del país que organiza la Secretaría de Cultura, transitábamos la autopista Duarte, ruta necesaria para llegar a uno de los rinconcitos más cálidos de nuestro bello país.
Alegre, hermosa e histórica. Juanita Morel, oye mi merengue, entre las mujeres tú eres mi derriengue. La alegre melodía del merengue del célebre compositor Tatico Henríquez nos dio la bienvenida a las 10:30 de la mañana a la tierra montecristeña.
Y ella, aunque sumamente árida, agreste y calurosa, se percibía imponente, por su importante valor histórico, y alegre, por lo vivaracha de su gente.
Precisamente de 11:00 de la mañana a dos de la tarde comprobamos que el sobrenombre de Ciudad Histórica le viene bien, pues ella alberga la casa-museo Máximo Gómez, donde en 1985 Máximo Gómez y José Martí firmaron el Manifiesto de Montecristi.
Recorrimos su centro histórico, que incluye el Parque Central, el Reloj Público, el Museo de Montecristi, la casa de doña Emilia Jiménez, el parque Manolo Tavárez Justo y la iglesia San Fernando de Montecristi, de estilo neoclásico y gótico, construida en 1925, que agrega riqueza histórica y cultural a esta bella tierra.
Muy natural
El que va a Montecristi y no visita las playas de El Morro, no es que no haya ido a Montecristi, sino que se pierde de uno de los lugares más hermosos de esta ciudad.
Y es que no en vano constituye una de sus principales atracciones, pues a través de sus cristalinas aguas y su exótico paisaje pone un acento refrescante a la agreste y árida tierra.
Por eso las horas de la tarde las dedicamos a conocer esta belleza natural, que junto a la Bahía de Manzanillo, acentúa aún más su riqueza ecológica.
Un poco olvidada
Ni sus riquezas históricas y naturales ni la alegría de su gente logran ocultar la pobreza y el abandono que abundan en Montecristi. El interés de autoridades y empresarios en desarrollar proyectos que le devuelvan el dinamismo de antaño se hace algo más que necesario.
Lo más destacado
El baile de Xiomarita Pérez
El amor que esta alegre y vivaracha mujer siente por el baile la acompaña a todas partes. Aprovechó el recorrido para dar unas clasecitas de baile en pleno autobús, algo que disfrutamos.
¡A cantar se ha dicho!
En la noche a algunos de los participantes les dio por cantar. El primero fue el simpático Jorge Chen, agregado cultural de la embajada de China-Taiwán, quien interpretó Por amor, de Solano.
El personaje
El yunyunero
Frío frío, yun yun, hielo dulce. El señor Ramón Vellyaque no tiene preferencias en cómo se llame a su mercancía. ¡Como quiera es muy buena!, asegura este montecristeño amable y trabajador, quien lleva 35 años de trabajo y de este ha criado a cuatro hijos hasta llevarlos a profesionales: dos mercadólogos, un diseñador gráfico y un administrador turístico. De esto se siente conforme y muy orgulloso.