Montes Arache, soldado de la patria

Montes Arache, soldado de la patria

El 19 de mayo de 1965 Manuel Ramón Montes Arache, Francisco Alberto Caamaño y Rafael Tomás Fernández Domínguez conversaban en la calle Nouel 83 cuando Fernández expresó su admiración por la modernidad del fusil Falk manifestando desear uno pues dentro de unos momentos se enfrentaría al enemigo en el Palacio Nacional. Montes ordenó a su guardaespaldas que en vez de esa arma entregara a Rafael Tomás su AR-15 y añadió: “Ojalá que salgamos con bien” porque “había comentado que ese pleito sería desigual y que la decisión del ataque “la conocía todo el mundo”.

Aníbal López hace la narración y agrega la actuación de su jefe en el asalto. Subió en medio de Rafael Tomás e Ilio Capocci por la avenida 30 de Marzo y se colocó en un solar donde lo alcanzó una granada y salvó su vida por lanzarse al suelo. Resultó herido al igual que Raúl Méndez Lama. Emprendió la retirada y “ahí nos informan que la columna en que iba Rafael había caído y que mataron a Ilio Capocci”, relata Aníbal. Recuperó su fusil luego de un tiempo en manos de Leo Licairac, reveló.

Refiere la gran ofensiva de los días 15 y 16 de junio, cuando los norteamericanos bajaron por la avenida Mella, Santa Bárbara, 19 de Marzo y ocuparon el local de POASI “con órdenes de que en cuatro horas debían tomar la ciudad”.

“Los Hombres Rana comandados por Montes Arache estuvimos en combate junto a Barahona, Pichirilo, integrantes de los comandos B-3, San Carlos y otros. Cayó Ramón Mauricio Villanueva, ametrallado el 16 al llegar a Las cinco esquinas”.

El 29 de agosto, añade, los invasores hicieron “ciertas escaramuzas como forma de intentar un nuevo ataque, un hostigamiento, querían dejar sentir su presencia”, asevera, pero después de los acontecimientos del 15 y el 16 de junio, Montes proclamó: “Los norteamericanos no son pendejos, ellos sabían que iban a morir más de ellos que de nosotros y se retiraron a su línea divisoria”.

Entre las demostraciones de astucia de Montes Arache cita que como los Rana eran pocos, quizá 80, “ordenó que todo el mundo se vistiera de negro para confundir al enemigo”. Otra artimaña fue tomar cañones antiguos de un depósito de la fortaleza Ozama y colocarlos en sitios estratégicos “para que se viera que la ciudad era blindada, las fuerzas contrarias creían que eran de verdad”.

En el Matum. Si no es por la determinación, la valentía y el don de mando de Montes Arache, los líderes del movimiento constitucionalista hubieran caído en la emboscada tendida por militares dominicanos y norteamericanos sumando muertos a los alcanzados por sus tanques, fusiles, bazucas, proyectiles. Aparte de él y Aníbal, viajaron a Santiago Isidoro Quezada, Manuel Terrero Sánchez, Rubén Darío Guerrero, Ulises Jiménez Melo y otros.

En el cementerio descubrieron “un campo minado en el lugar donde iba a hablar Caamaño”.

Neutralizaron la tensa y sorpresiva situación y se dirigieron al hotel Matum a tomar un refrigerio. Cuando iban a desmontarse de los vehículos, Caamaño ordenó que nadie entrara al establecimiento con armas largas, disposición que Montes transmitió a su equipo. “Yo me negué a entrar así, todos nos quedamos afuera”.

Miró a su alrededor y se dijo: “Esto está feo, tuve el pálpito de que algo malo iba a pasar. Vi un movimiento raro de camiones militares tomando posición de combate; frente al hotel se estacionó una guagua de la Cruz Roja de la que se bajaban militares…”. Se dirigió raudo a donde estaba Montes: “¡Comandante, estamos siendo rodeados por tropas del ejército!” y Montes avisó a Caamaño: “¡Francis nos están rodeando!”. Pero este le advirtió:

-¡Espérate Papito! ¡Cuidado con lo que vas a hacer!

Aníbal recuerda que un oficial voceó que tenía que capturar a Caamaño muerto porque el rango del coronel de abril se lo habían ofrecido. “Lo apodaban Meneíto”.

“Caamaño trató de frenar a Montes Arache: “¡No sigas, mira cómo mandan a esos pobres infelices a matarlos!”, escuchó Aníbal.

La refriega, empero, continuó. Los Rana luchaban siguiendo las instrucciones de Montes. Aníbal vio venir tres tanques por el área de la piscina, uno rompió la pared y entró. “Cuando eso ocurre ya estábamos rodeados y no se espera una lucha cuerpo a cuerpo, ya tomamos la segunda planta”.

“El capitán Luis Tolentino Pérez tenía un fusil G-3 y yo mi AR-15. Cuando el tanque entra Montes Arache coge el fusil de Luis y me lo da a mí, le pone la granada al G-3 y me dice. ‘¡Aníbal, muévase, salve a sus compañeros!’ y me da con el fusil en el pecho”.

Se trasladó a la primera planta e intentó disparar pero el arma falló y él subió a comunicárselo a Montes.

-¡Pendejo, cobarde, coño! ¿Cuál fue el maldito miedo?-. Tomó el fusil, lo sobó y le repitió: “¡Salve a sus compañeros!”.

Descendió bajo fuego, se tiró al piso, disparó, dio en la torrecilla del tanque, que salió huyendo y en la retirada mató algunos de sus propios compañeros.

Cuando se escuchó el estruendo Caamaño reaccionó: “¡Lo mataron!” y Montes ripostó: “¡Misión cumplida!”. Pero López estaba en el piso esperando el desenlace… Se levantó y en segundos subió donde Montes y Caamaño al verlo exclamó: “¡Está vivo!”.

“Busco el fusil G-3 para seguir el combate. Los tanques lanzan un proyectil que se lleva al sargento Peña, a Lora Fernández y a otro militar que cuando lo registro le encuentro una identificación que rezaba: ‘El portador es miembro de Seguridad del CEFA. Firmado General Elías Wessin’. Poseía un revólver 38…”.

Se produjo una tregua. Comienzan a llamar al presidente García Godoy para que ordene el retiro de las tropas pero estas siguen rodeando a los constitucionalistas.

“Entraron el cónsul y el vicecónsul y le dijeron a Caamaño que iban a buscar 18 norteamericanos que se encontraban hospedados en el Matum. Caamaño dijo que sí y ordenó a Montes Arache hacer los trámites”, significa.

-Francis, si les entregamos las tropas nos van a asesinar a todos, déjalos ahí para que se mueran junto a nosotros-, contestó.

Se llegó al acuerdo de que los norteamericanos evacuarían y trasladarían a Santo Domingo a los dirigentes de la Revolución.

Manuel Ramón Montes Arache nació el 29 de noviembre de 1928 en San Pedro de Macorís, hijo de Altagracia Arache y Eugenio Montes, inmigrante español. Ingresó en la Escuela Naval en 1947. Al concluir la Guerra fue enviado a Canadá, Holanda, Bélgica y París. Regresó en 1971. Recibió el grado de Vicealmirante, el más alto dentro de la Marina de Guerra. Fue declarado Héroe Nacional por decreto número 918-09 del Poder Ejecutivo.

Estuvo casado con Arelis Ureña, madre de Ramsés Manuel y Manuel Eugenio. De su primer matrimonio con Norma Silverio son sus hijos Norma Altagracia, Ivette Alicia, Vilma de Jesús, Crimilda, Teresa y Manuel. Falleció el 23 de diciembre de 2009.

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