Monumento de Santiago

Monumento  de Santiago

Se ha dicho que el monumento a los héroes de la restauración de la República “será privatizado”. Este es el primer disparate difundido, puesto que ninguna instalación memorial dedicada a próceres de la patria puede ser privatizada. Es contrario a ley y al sentido común. Se ha conversado sobre la posibilidad de instalar en la cúspide del monumento emblemático de la batalla del 30 de Marzo, una cafetería – bar con carácter de mirador panorámico, a la que llamarían 330, en honor de los protagonistas de la guerra restauradora. Pero nunca se ha convertido en un proyecto formal, con documentos donde consten previsiones presupuestarias, descripción de funciones, métodos de operación y administración.
Tampoco se ha licitado con arreglo a la Ley de Contrataciones Públicas; se ha condenado de antemano una mera propuesta que, en caso de ser convertida en realidad, tendría que cumplir con el Reglamento de la Red Nacional de Museos y las normas vigentes en la Dirección de Patrimonio Monumental. Aunque el “monumento característico de Santiago” es autosuficiente, y cobra en boletería a los visitantes, no es independiente de las leyes que rigen el país. El Ministerio de Cultura se ha hecho cargo de la conservación de los murales del pintor José Vela Zanetti que embellecen ese lugar, tan caro para los cibaeños y los demás dominicanos.
Todos los museos del mundo: el Museo de Arte Moderno de Nueva York, los museos Smithonianos, en Washington, el Louvre, en París, tienen cafeterías y lugares donde comen bocadillos los visitantes, sean estudiantes, ciudadanos locales o turistas. Por supuesto, en esas instalaciones no hay “espectáculos de vodevil”, ni se permiten fumadores. Si es impropio que los haya en museos de arte, de antropología o de historia de la ciencia, tampoco deben existir en un museo patriótico.
Los promotores de este proyecto deberían asegurarse de contar con un ascensor eficiente que lleve los parroquianos con rapidez al “mirador panorámico”; y calcular esa inversión fundamental; ahora no hay modo de subir sin sofocación. También deben prever cuántas mesas cabrían en ese “espacio de contemplación”; y cómo sería el flujo de visitantes y el aparcamiento de vehículos. Si de turistas se trata, el proyecto tendría que garantizar contractualmente el mantenimiento del ascensor por dos años.

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