Moral, esteroides y codicia en el béisbol de hoy en día en las GL

Moral, esteroides y codicia en el béisbol de hoy en día en las GL

El viernes 20 de marzo último, se insertaron sendos artículos, el primero de ellos en Hoy, calzado por el periodista Wallace Matthews, del Newsday, y el otro del superbo Bienvenido Rojas Veras, el Gran Tomate, editor deportivo de Diario Libre.

Matthews perfila su trabajo con un juicio de valor arriesgado al precisar que A. Rod., el gran Alex Rodríguez, es el mejor pelotero de Grandes Ligas.

Arriesgado porque en liza concurren valores del Gran Pasatiempo, la lista no es breve, mientras A-Rod ya tiene asegurado en su cuenta bancaria la bicoca de US$27 millones por actuar un año con los Yanquis de Nueva York.

Es posible precisar el mejor en una categoría humana, cualquiera que fuese, cuando culmina la faena, al producirse el mutis definitivo interactuando y compitiendo, no antes.

Sucede con Ty Coob, el más grande hiteador de todos los tiempos, con Nolan Ryan, el más superbo en su recetario de cicutas, aunque hayan otros grandes en sus categorías.

Esta entrega al Periódico Hoy me impide señalar a los principales monarcas en sus diferentes categorías deportivas, sino que remito el parecer a los expertos.

En la segunda versión, Bienvo Rojas se pronuncia con una bien justificada censura contra el Comisionado del Béisbol USA, Bud Selig, así como contra don Fehr, mandamás del poderoso sindicato de Peloteros, a quienes Bienvo tilda, no sin razón, de indiferentes antes los escándalos de grandes luminarias que usaron esteroides para aumentar su musculatura, disponer de mayor punch, persiguiendo de manera adulterada la fama, un nicho en Cooperstown y la codicia de la riqueza.

 Recrea Bienvo en su crónica, que nunca me pierdo por que es un maestro y me edifica e ilustra, como Ferguson Jenkis ingresó a Cooperstown no obstante sus reiterados arrestos por narcotraficante, Orlando Cepeda sorprendido in fraganti con sustancias prohibidas, Babe Ruth, indisciplinado de bragueta, alcohólico pertinaz y fumador empedernido, esto último, que le condujo a la tumba.

Inclusive describe Bienvo como Georgia Peach era también alcohólico, pero todos esos vicios disminuían la capacidad de rendimiento y el tiempo hábil de un atleta, pero no contribuían, como acontece hoy a la inversa, en procurar sustancias para multiplicar las facturas en los récords, aventado por le demiurgo insomne del oropel y la inmoderada puja por le lucro grande.

Reflota una percepción de perversidad, diferente a los grandes que describe Bienvo en los casos que nos ocupan hoy, de nombres resonantes, rutilantes de la Gran Carpa, que conocemos todos, yanquis y criollitos dominicanos, que no imitaron los grandes ejemplos de los que aceptaron sus limitaciones, que no eran de ninguna manera pequeños, como Willy Mays, Mickey Mantle, Eddie Mattews, Ernie Banks, Hank Aaron, Ted Williams y Stan Musial, y no trocaron sus conductas ni permitieron que el susurro aurífero superbo dominaran sus expectativas.

Estas luminarias puras del Gran Pasatiempo norteamericano parece que fueron perfilados por el inolvidable maestro de la crónica deportiva Grantland Rice, cuando sentenció:

“Cuando el Gran Umpire decrete que el juego terminó, no destacará si ganaste o perdiste, sino como actuaste en el juego”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas