Moral, liderazgo, institucionalidad
y los recursos humanos sostenibles

Moral, liderazgo, institucionalidad<BR>y los recursos humanos sostenibles

JOSÉ BATISTA
La mercadotecnia introducida dentro del que hacer político, ha profundizado la deformación del carácter en el liderazgo. La imagen, los estímulos y la conexión inconsciente con la máscara del poder, no con la realidad del «Ser», es el factor principal en ganar la preferencia del pueblo. Es punto poder como fin en sí mismo es semillero de caudillos, militares, empresarios y políticos, y que la realidad percibida actualmente bloquea la práctica de la moral como elemento regulador del quehacer político. Todo esto nos indica que los fines de la maña no son ni han sido dirigidos al bienestar del orden social, sino a satisfacer las apetencias del líder de turno.

El proceso actual es doloroso; salimos de revueltas intestinas. Para muchos, resulta inalcanzable el establecer parámetros de relación moral entre la política de maña, que se considera «lo real» (aunque en verdad sea lo irreal) y el contrato social de gobierno y gobernados.

Esto es así porque, entre otras, existen las siguientes razones:   a.- La respuesta está enmarcada en la actual realidad del quehacer político regulado por la maña, que niega al ser humano la capacidad de desarrollo.

 b.- La inmoralidad tiene vicios de validez cuando está enmarcada dentro el plano de lo político.

  c.- La moral como concepto regulador no ha sido entendida.

Los tres puntos anteriores están íntimamente ligados al desvío histórico que siguieron algunos líderes que han gobernado nuestros pueblos. Debemos recordar que antes que república, fuimos hacienda, y dentro de ese marco de referencia la moral no era institucional sino que la establecía el patrono. Es por ello que la maña viene a dar estructura de sistema ideológico al caudillismo que emergió, y que cambiando de nombre, a veces regula la intención de poder de muchos de los que participan dentro del marco político.

No obstante, la política, como instrumento de acción para el bienestar social, tiene un origen diferente, y es ahí donde hay que ir a buscar el punto de referencia para saber por qué la maña no puede ejercer la moral, y abandonar la idea de que la política no puede incorporar la moral.

Eugenio María de Hostos, al tocar este punto, explica:

«La realidad es que siendo el arte político un derivado de las ciencias que tienen por objeto el estudio del orden social y el orden jurídico, que directamente se basan en el orden moral, el arte político tiene que buscar sus leyes en las ciencias de que emana»

La realidad de la maña pasa a ser irreal ante el nuevo orden que establece la moral como punto de partida, y del orden jurídico que apoya el orden social; lo jurídico y la acción social son instrumentalidades de lo moral. Pero cuando la maña establece «su realidad», tanto el orden social como el jurídico pierden su vitalidad, y tan poca fe existe en el líder como en la esperanza social y el ejercicio del derecho que se supone han de satisfacer. Cuando decimos nuevo orden, no hablamos necesariamente de un «nacimiento» sino de un reencuentro que ya está latente en el deseo de los pueblos de Hispanoamérica, pero que requiere la dignidad del liderato y de los pueblos para hacerla brotar.

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