Moralizar la gestión política

Moralizar la gestión política

Más que buscar a un mítico hombre del maletín que se menciona cada vez que se sospecha de reparto de sobornos entre legisladores, el Ministerio Público debería enfocarse en travesuras más audaces. Jorge Frías, diputado, dijo que revelaría al procurador Francisco Domínguez Brito el santo y seña de la persona que, según el propio legislador, le habría ofrecido 15 millones de pesos para que favoreciera con su voto la reelección presidencial. Ese sería buen punto de partida para una investigación.

Aunque el Procurador General forma parte del partido político que promueve la reelección presidencial, se le reconoce que ha actuado con indudable independencia en investigaciones que comprometen a gente de su partido. Y como está facultado para actuar en base al rumor público, sería bueno que indague versiones sobre reparto reciente de contratas y otras canonjías, con cargo al erario, como parte de la jugada política emprendida.

El país necesita iniciar una marcha indetenible hacia la moralización de la política. En los actos relacionados con el cambio constitucional para validar la reelección hay indicios de lo anti ético, que comienzan con promesas de garantías de cargos electivos y continúan con denuncias de compras directas de voluntades. El Procurador tiene ante sí otra oportunidad de ejercer la verticalidad demostrada en otros casos.

Haití y el Plan de Regularización

Los haitianos han sido los únicos extranjeros que han tenido dificultades para regularizar su estatus migratorio en la República Dominicana, y la causa ha sido porque el Gobierno de su país los ha abandonado a su suerte. El Plan de Regularización concluye el miércoles 17 de este mes, pero apenas un 5% de los haitianos aspirantes a poner en regla su permanencia aquí han logrado obtener de su gobierno los documentos requeridos.
Haití ha querido jugar siempre el papel de víctima de la República Dominicana. Con ese disfraz nos ha denunciado en múltiples ocasiones ante organismos internacionales. Los hechos ahora le corren la máscara y sus propios súbditos, imposibilitados aquí de regularizar su situación, reconocen que su Gobierno nuevamente les ha dado la espalda.

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