Morena limpia zapatos

Morena limpia zapatos

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
A poco de dejar la carretera y cruzar el puente se entra en la población y de inmediato al parque central de San Cristóbal. En el parque central una mujer mueve ágilmente sus manos femeninas para elegantear ajenos pies masculinos. Pero no se trata de efectos de la opresión machista de la que tanto se habla, sino de la manera como Morena ataca el día para sacarle provecho en pesos.

Morena limpia zapatos, y le da igual que sean de hombres como de mujeres, pues los pesos serán los mismos, con las mismas caras de padres de la patria y de patriotas que ya sólo han quedado vinculados a algún valor porque aparecen en las papeletas.

Morena tiene tres hijos a los que mantiene, educa y da ejemplo. También tiene un marido, al que vi sentado mirando a Morena limpiar zapatos. Es posible que él no domine las modernas técnicas de “dar paño y cepillo” como muestra la destreza de Morena, pero por lo menos mira, está presente y hasta quizás le brinde protección. Claro que si también limpiara zapatos, estaría Morena más protegida, pero ya esas son cuestiones entre ellos, el betún y el amor.

Yo no sé si limpiar zapatos en el parque central de San Cristóbal suplirá del dinero necesario para que cinco personas sobrevivan, pero si nos llevamos de Einstein y su relatividad es posible que así ocurra. Y esperamos que así sea, porque la parte poética de ver a Morena esforzándose en dotar de brillo cristalino las superficies de los zapatos no es suficiente como para compensar ningún estómago.

Porque en realidad tiene poesía. Y hasta habrá quien le dedique a Morena cuatro o cinco cuartillas dando relevancia a su trabajo desde la óptica del quehacer femenino versus el quehacer masculino. O quizás desde el ángulo de la lucha por la supervivencia pasando por la meta de hacer de sus muchachos gente de mejores oportunidades, aún pasando por la estrecha cuchilla de la oferta callejera de la droga.

Pero que no se esperance Morena en que alguien de San Cristóbal lo hará, es decir, hará de su diario trajinar un tema poético publicable o por lo menos reportable para algún tipo de televisión -ya dividida en “clases sociales” también-, porque hasta donde sé, a San Cristóbal no le importa San Cristóbal y mucho menos le importan los santacristobalenses.

CUANDO ADIVINE, USTED PASA

Llegando a Santo Domingo por la carretera vieja de San Cristóbal, o viniendo desde el puerto de Haina en la ribera Este, se llega a la intersección Carretera Sánchez, autopista 30 de mayo y avenida Independencia, todo debajo del elevado que vuela sobre la misma intersección.

Bien, pues al llegar allí hay que adivinar qué luz está encendida pero que no se ve. Mejor explicado, solamente algunas de las luces de los semáforos está encendida, o quizás solamente esté encendida una de ellas, la cuestión es adivinar cual será, si la roja del sur-norte, o si la verde del este-oeste.

Claro que no es tan difícil como parece, quizás estoy exagerando. Porque basta con aguzar la vista y ver las caras que tienen en ese momento los conductores contrarios para saber si uno puede arrancar y cruzar. Es decir, si uno ve que el conductor contrario está medio desprevenido esperando por una luz verde que nunca le va a llegar, entonces por ese lado se puede arrancar, con cuidado porque hay que ver la cara que tiene el que está en la boca de la dirección perpendicular. Si este último está mirando para todos lados, como por decidirse a arrancar, entonces es mejor darle un bocinado y uno arrancar primero.

Pero si por el contrario, el que está en la perpendicular tiene cara de que se la va a jugar, entonces es mejor quedarse clavado en su sitio, porque fácilmente puede armarse la vaina de la chocadera. Y si va llegando uno que sabe ya todo el rollo de la adivinadera de las luces, mejor es quedarse “stand by”, porque ése va a entrar en la intersección como tromba, calificando a todos los demás de pendejos por estar esperando por una luz que tal vez no exista si es que hay un apagón.

Así es que, si por casualidad usted cae por ahí, mejor es que mande un voluntario dizque a ayudar al tránsito, pare a todo el mundo, lo mande a usted a pasar, se monte de inmediato y se largue del sitio, antes de ponerse a adivinar.

¿SE ESTRECHA LA PISTA?

Dejando el pueblo y de camino a La Toma tiene San Cristóbal una carretera que corre paralela al río Nigua. Y he aquí que a poco de cruzar la “T” que vincula esta carretera con la vía que sube hacia El Pomier se encuentra uno con que la carretera se va haciendo más estrecha. Y no porque esté a dieta o bajo régimen para adelgazar, sino porque cualquiera que quiera descargar desechos, rellenos o “botes” lo hace junto -ya casi en medio- de la carretera, del lado por donde corre el río, sin que nadie le llame la atención.

Pero no solamente nadie que represente autoridad alguna aparece para llamarle la atención a los infractores, sino que tampoco la gente que vive en la carretera, frente a frente a donde se produce, parece molestarse por el tiro de materiales desechados de cualquier parte que llega hasta el sitio.

Nadie, al parecer, ve como agresivo el hecho de que poco a poco la carretera es más estrecha, más problemática, más difícil, más obstaculizada y menos carretera.

A todo esto, La Toma, a donde va la mayor parte de la gente que usa esa carretera en días festivos, es el sitio-balneario del que se ufana más San Cristóbal, no obstante los negativos cambios que se han operado en el lugar. Y sin embargo, ni quienes se benefician de lugar parecen haber notado cómo se degrada visualmente la zona.

Y que conste, que de seguro tanto los alcaldes, como el síndico y el Gobernador de la provincia deben haber pasado por ahí ya un par de veces. Pero de seguro también esto no lo habrán visto como parte de sus responsabilidades.

BIENVENIDO A EL… VRRUUUAASSSHHH

Ajá. Pasó Jeanne, tumbó el letrero de bienvenida, y ahora la situación es saber quién va a enderezar de nuevo el letrero. Veamos.

El Gobernador no es la persona que va a bajar de la yipeta a embarrarse las manos enderezando este letrero, mucho menos si es una persona que no ha agarrado en metal ni una llave de ruedas para cambiar una goma. Por lo tanto da la orden de la acción a un encargado de mantenimiento de la Gobernación.

Pero el encargado de mantenimiento de la Gobernación se enteró que eso es responsabilidad de Obras Públicas, por lo tanto gestiona que desde la oficina del Gobernador llamen al subsecretario de Obras Públicas para que se ocupe del asunto.

El subsecretario de Obras Públicas -que debe ser un ingeniero- juzgará que si él “se quemó las pestañas” durante 4 ó 5 años en la universidad no fue para andar enderezando letreros. Así que le pasa la orden a uno de los encargados viales.

En encargado vial averigua que la responsabilidad recae en la compañía que diseñó, construyó e instaló los letreros, por lo que hace llamar a esa compañía y notifica el asunto.

De la oficina de la compañía deciden pasarle la pelota al Síndico, puesto que algo debe hacer además de buscarle empleo a los compañeros. El Síndico encarga a uno de sus asistentes, quien de inmediato le pasa la orden a otro asistente más pariguayo, que cuando se entera aprovecha para preparar un memorándum indicando que si le van a pasar esas responsabilidades hay que dotarlo de una camioneta, pues él no se va a mover gastando el sueldito.

El asunto llega al secretario general de la delegación del Partido, que todavía no tiene cargo, y para hacer algo de mérito habla con su papá para que envíe a pie a uno de sus trabajadores haitianos a enderezar el letrero. A mala hora, pues por la carretera venía un camión de guardias llevándose a los haitianos hacia la frontera… por vagos.

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