Morideros colectivos

Morideros colectivos

Hace unos pocos días leí que las investigaciones sobre el envejecimiento de los tejidos “avanzan a pasos agigantados”. El comentarista científico, experto en fisiología y nutrición, concluye que dentro de poco “la muerte será opcional”. Podremos decidir morir o no, según sea nuestro talante o ánimo frente a la vida. La mala salud no cuenta en sus previsiones para el futuro, pues este fisiólogo estima que todas las enfermedades acabarán domadas por la ciencia médica. Además de la “preservación de los tejidos vivos”, habrá páncreas artificiales, corazones de repuesto y productos químicos que harán retroceder el mal de Alzheimer.

De ahí se sigue que es posible que se establezcan “colonias de viejos imperturbables”, que ya no se reproducirán por los medios ortodoxos. Al no preocuparles la muerte, se cumplirá entre ellos el antiguo ideal griego de la ataraxia. También “será opcional” concebir o no concebir hijos por partenogénesis, en laboratorios especializados en genética. La mayor parte de los “ancianos-calendario” de estas colonias aprenderá a no tener prisa y dejar las cosas para después, un efecto psíquico derivado de la “no inminencia de la muerte”. Vivirán en una suerte de momificación civil, sin ungüentos ni vendajes.
El género humano sufrirá una transformación en el ritmo de sus movimientos corporales. Por tanto, nos iremos acercando al estilo del mono-pereza, que sube y baja de los árboles con extraordinaria lentitud. Ancianos sin pasiones perturbadoras, habitarán colonias silenciosas y se alimentarán con píldoras y gelatinas de nutrición individual recetada. Aquellos que quieran abandonar las colonias, irán a un “moridero comunal”. Los restos de estos ancianos permanentes serán usados para fines ecológicos. Esas muertes solicitadas tendrán la asistencia del Estado.
Ha dicho el cosmólogo Stephen Hawking que debemos tener mucho cuidado con eso de comunicarnos con civilizaciones extraterrestres. Podrían estar tan avanzadas tecnológicamente, que nos conquisten y nos usen como bestias auxiliares o como insumos para la producción de energía electromagnética. Desde su silla de ruedas y con la ayuda de un computador fotónico, Hawking sigue pensando en los hoyos negros, imaginando lo que podría ocurrirles a los habitantes del planeta tierra. ¿Qué dirán los alienígenas si topan con unos viveros de hombres que no envejecen y mueren a voluntad?

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