La desmaterialización el día cinco del presente mes del mayor general (®) José de Jesús Morillo López, permite abrir una reflexión relacionada con el jefe policial más paradigmático y referencial en toda la historia de 84 años, (02-03-1936), de la llamada “institución del orden”.
He tratado varios, el primero, Marcos Jorge Moreno, vilmente acusado de confabularse con Ramfis Trujillo para asesinar héroes del 30 de mayo, cuando Marcos nada podía interceder ante la iracundia del sanguinario anodino hijo mimado del Jefe, dueño entonces del país.
Neit Rafael Nivar Seijas, detuvo asesinatos izquierdistas en una etapa peliaguda. Rafael Guillermo Guzmán Acosta, frenó asesinatos a policías. José Aníbal Sanz Jiminián, sin excesos, impuso usar el casco a motoristas. Salvador Lluberes Montás dotó a Antimotines en UASD con tirapiedras en vez de balas. José Félix Hermida González, caballero a carta cabal. José Nelson Morillo, clonó su padre.
Rafael Guillermo Guzmán Fermín, imitó prudencia padre. Luis Alberto Núñez Guzmán, opuesto a excesos. Camilo Nazir Tejada, personificación de educación y serenidad.
Rafael Guerrero Peralta, recto y justo. Ramón Alcides Rodríguez Arias, gran afecto, falleció por no disponer US$400 mil para cirugía en EEUU, radiografió honestidad. Cuando el presidente Héctor García Cáceres designó a Morillo López jefe PN, septiembre l965, éste convocó la tropa y solo dijo: “El primero que mate a un constitucionalista tendrá que verse conmigo”, añadiendo un palabrón impublicable. Ni un constitucionalista resultó asesinado. La orgía de sangre la estrenó el presidente Joaquín Balaguer con Ney Tejeda Álvarez.
Morillo conducía solo su vehículo y nunca portaba arma alguna, prueba fehaciente de su inmenso valor personal y su proceder sin tacha como policía.
¡Ay, si todos fueran como Morillo! Paz a sus restos.