Morir a mano de los hombres

Morir a mano de los hombres

Un estudio sobre cuarenta países  realizado por una reconocida entidad española puso en evidencia que República Dominicana es el país con mayor número de homicidios   en perjuicio de mujeres en el ámbito familiar. El estremecedor índice de 22 víctimas por millón de habitantes es como para llamar dramáticamente la atención de esta sociedad para la toma de decisiones encaminadas a  provocar algún cambio en el estado emocional  de un sector masculino que  reacciona con destructiva violencia contra parejas, pasando por encima de las reglas de igualdad y dignidad que deben  regir toda relación. Se trata de conducta arraigadas en la formación del individuo y que da pie a un falso sentido de superioridad de corte machista, distorsión que no nos hemos ocupado de cambiar.

 Las acciones  contra mujeres se incuba en espacios mentales a los que es difícil llegar en la prevención del crimen. Pero a fin de atenuar los males que genera una  cultura negativa, debemos emprender una colosal tarea de reeducación colectiva con el amplio uso  de la propaganda. Con más intensidad que la que se emplea para invitar  a votar, hay que predicar por  el respeto a la vida y los derechos de la mujer. Efectiva debe ser también la protección que se brinde a  mujeres que corran peligro de agresión. Y severos deben ser los castigos a  feminicidios para desalentar potenciales autores.

Unos abigeos intocables

No ha habido remedio que valga. Una de las zonas importantes de la producción pecuaria sufre la rampante acción de ladrones y traficantes de reses. Bandas de cuatreros que se desplazan como  Pedro por su casa por sobre los hatos de Monte Plata. Es tal la frecuencia de  las incursiones criminales que la lógica lleva a la  suposición de que existe un marco de complicidad y protección. Las súplicas de protección se escuchan desde hace años. Se ha retado más de una vez a las autoridades para que actúen con energía  efectiva y todo ha seguido igual o ha empeorado.

Los ganaderos que  en esa zona y en otras del territorio nacional se sienten desamparados son en promedio dueños de fincas de mediano o pequeño tamaños. Conjuntos de unidades de producción que constituyen de manera dispersa una importante  actividad  para que muchas familias se ganen la vida. El bandolerismo no debe seguir destruyendo el fruto de su trabajo.

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