Me pregunto, tratando de entender, cuáles serán las razones por las que no revienta nuestra economía. ¿Hasta cuándo podrá sostenerse un andamiaje construido a base de turismo, lavado de dinero, remesas y préstamos que no producen riquezas?
Soy un ignorante en la materia. Si intentara responder sería un atrevido. Pero darle cuatro vueltas al misterio- lo que se ignora es misterioso- me resulta inevitable, en particular, cuando economistas como Bernardo Vega, acucioso e independiente como el que más, vaticinan un desguañangue económico a partir del próximo enero.
La crisis española y la griega, que mantienen encrespado a occidente y encogidas las bolsas de los mercados, y las de la anatomía también, se veía venir y la dejaron llegar. La fiesta era grande, alegre y productiva para las cúpulas financieras y políticas. El tanto gozar y el tanto ganar les quitó el buen juicio.
No importa el país, las causas de la crisis son similares y nadie las discute. Las diferencias están en la dimensión del desastre, las modalidades delictivas y los detalles folklóricos. Nosotros sufrimos de las mismas aberraciones, y lo sabemos.
La irresponsabilidad del liderazgo, la corrupción y la avaricia de las élites, resumirían la etiología de la catástrofe que hoy intenta remediar el mundo globalizado.
Que yo sepa, aquí lo único que se ha regulado es la banca privada. Quizás por eso no sufrimos de bonos basura. En lo demás, se viene tocando rumba abierta para baile con la batuta en manos del gobierno. Muy a la griega y a la española. Es un fiestón entre funcionarios y hombres de negocios.
A pesar de los controles bancarios, en el destape electoral los medios mostraron documentos que ponen en duda la disciplina del banco comercial del Estado. Al parecer, ignora las normas de la Superintendencia y le han estado prestando a Vicente y a otros veinte. Si esto fuera cierto, andan contribuyendo con el desplome.
Entonces, ¿a qué se debe el que nosotros no hayamos reventado todavía? ¿Hasta cuándo permaneceremos transitando por senderos sembrados de minas, minas que explotaron en otras latitudes.
La historia vuelve a repetirse. Los que disfrutan de la bonanza siguen ignorando la debacle que se avecina; se mantienen en silencio y siguen repartiendo beneficios. Demasiado nuevos ricos por dondequiera para que se pueda pensar con lucidez y amortiguar el golpe. Demasiada voracidad para pensar en el futuro.
Desde el gobierno, nos mandan a tomar una tableta de macroeconomía y a dormir tranquilos. Miren lo baja que está la prima, nos dicen. Lo mismo repiten los beneficiarios de la insensatez. Para ellos, aunque andemos infectados con la misma bacteria, no nos dará ni fiebre. ¡Qué gallos!
Sin aclararme, debo de concluir que se avecina la muerte económica, pero en salud. Como unas señoras de mi pueblo, que a pesar de estar enfermas lo negaban: Muy bien, gracias por preguntar. Misterios de la economía dominicana.
Por eso, en Puerto Plata, decíamos con sarcasmo: Se murió de salud, como las Pierret