Morosidad  y malos servicios

Morosidad  y malos servicios

Una alta proporción de familias no paga agua, energía eléctrica ni recogida de basura, y probablemente estén entre éstas los más fieros quejosos por la mala calidad de los servicios.

Definitivamente, algunos  servicios públicos básicos no funcionan como deberían porque muchos usuarios y beneficiarios, al no pagar por los mismos, les restan capacidad financiera para mejorar.

El caso de la evasión de pago por el uso de la energía eléctrica es patético, pues es uno de los precursores de déficit en el sistema de suministro. Pero los usuarios se quejan por la baja calidad del servicio y entre ellos las voces más estruendosas son las de los malapaga.

Es necesario que los dominicanos aprendamos que todos los servicios cuestan dinero. Los que han vivido fuera del país han tenido que ser puntuales en sus obligaciones para con las prestadoras de servicios en otros países.

El auge de la telefonía móvil ha puesto a prueba que mucha gente no paga por los servicios porque de todos modos se siguen beneficiando de ellos. Pasa con la luz, el agua y la recogida de basura. En cambio, la mayoría de los usuarios de la telefonía paga religiosamente, y un número considerable hasta paga por adelantado. La morosidad  es, definitivamente, uno de los principales factores de degradación de la calidad de nuestros  servicios públicos.

Un gravísimo problema social

En el hospital Juan Pablo Pina, de San Cristóbal, 230 adolescentes de edades  entre 14 y 19 años dieron a luz en enero pasado.

La cifra es preocupante si se consideran factores como responsabilidad paterna, riesgos para madres y criaturas, situación socioeconómica e inexistencia de cohesión de pareja en la mayoría de los casos. Sumemos a ello que el parto precoz virtualmente anula las posibilidades de educación y preparación de la madre, que deberá dedicar tiempo a la atención de la criatura.

Los embarazos en adolescentes son una grave preocupación para el país, pues son por lo regular el fruto de la descomposición que afecta a la familia, aparte de que representan riesgos para la salud de la madre. Es necesario trabajar a fondo en las familias y educar a los jóvenes sobre los riesgos personales y sociales de estas conductas.

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