En la brevísima introducción a su libro Ismaelillo, José Martí escribió: «Hijo: Espantado de todo me refugio en ti. Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti». En el poema Mi reyecillo soltó estos versos: Mas si amar piensas/El amarillo/ Rey de los hombres,/ ¡Muere conmigo!/¿Vivir impuro?/ ¡No vivas, hijo!
Nada mejor que este bálsamo martiano del siglo XIX para paliar el dolor del siglo XXI oyendo a adultos mayores quejarse amargamente de los niños de hoy. Solo acerté a decirles: y pensar que esos menores de ahora serán quienes dirijan los destinos nacionales en el mañana. Ahora razono algo distinto pues me doy cuenta de que si bien es cierto que son muchos los que nacen, tampoco deja de ser verdad que son pocos los que se crían.
La mortalidad infantil al igual que la materna es un importante indicador de los niveles de salubridad de una población determinada. En la aldea global de los pobres constituye una proeza nacer sano, crecer, educarse, trabajar, vivir bien y morir tranquilo.
En un cable de prensa fechado el sábado 19 de junio 2010 se comenta la preocupación del ministro de salud de la India porque el índice de mortalidad en sus niños es de 25 por cada mil nacidos vivos.
En la República Dominicana el Instituto Nacional de Patología Forense lleva un registro de las autopsias en niños y sus respectivas causas de muerte.
En el año 2009 se llevaron a cabo 73 experticios médicos en menores.
De estos hubo 37 muertes causadas por infecciones, incluidas dos por el virus de la rabia, para un porcentaje de 51%. En 27 casos se notó una o varias anomalías congénitas como causa básica de los decesos, lo que representa el 37% del total.
Nueve defunciones fueron por prematuridad para un 12%. De enero a mayo de 2009 se recibieron 29 cadáveres de niños en Patología Forense.
De enero a mayo de 2010 hemos realizado 47 autopsias en niños, es decir 18 muertes por encima de las registradas el año pasado, lo que significa un incremento de un 62%.
El patrón de distribución de causa de muerte es bastante similar al del año pasado. Aclaramos que nuestras cifras estadísticas son selectivas pues solamente cubren algunas muertes acontecidas en la ciudad capital.
Lo importante del estudio es que las razones de los fallecimientos han sido comprobados mediante autopsias completas.
¿De que sirven estos experticios médicos si sus resultados no contribuyen a variar la estrategia encaminada a reducir la mortalidad infantil en el país? El hecho de que las infecciones, las anomalías congénitas y la prematuridad sean las responsables de las muertes de 120 niños en la capital dominicana nos obliga a revisar el esquema de cuidados prenatales, condiciones de higiene en el hábitat de los niños, especialmente la salubridad del agua y la densidad de vectores transmisores de infecciones.
Como nos cantaba Vicente Feliu allá por los setenta70: No es fácil, pero se lucha.