Motor del crecimiento

Motor del crecimiento

El aumento del consumo fue financiado por las familias dominicanas con desahorro y con tarjeta de crédito. Al aumentar la tasa de interés a partir del segundo semestre del 2008, una decisión precipitada y equivocada de las autoridades monetarias, se inicia el proceso de insolvencia de las familias endeudadas, agudizado cuando el gobierno falla en preparar y ejecutar un programa de pequeñas obras, financiadas con recursos del presupuesto, para mantener el empleo.

A los efectos de la crisis internacional se suman los resultados de las malas decisiones internas, lo que se tiene es una peligrosa recesión que las autoridades quieren pero que no pueden negar. La perdida de solvencia de las familias no se recupera reduciendo el interés sobre los nuevos préstamos, en la práctica es lo que ha sucedido. La situación se agrava porque es casi imposible que el gobierno logre desembolsar los US$2,000 millones que aparecen en el presupuesto del 2009 como préstamos externos, y que se cumpla el optimismo de las autoridades monetarias de inversión extranjera por un monto similar.

El gobierno no encuentra quien le preste, aunque se reconoce que endeudarse es lo que le recomendaría Keynes, para que arranque el motor del crecimiento, la realidad es que no le será fácil lograr desembolsos. Dependerán de un acuerdo con el FMI, un objetivo que luce distante, un camino tortuoso, porque en el pasado las condiciones eran para cumplirse durante su vigencia ahora son previas. Se exigirá, por ejemplo, eliminar o reducir el déficit del gobierno proyectado para el 2008 y que supera el 4% del PIB, pagar los intereses de los bonos de la capitalización del Banco Central, reducir el excesivo endeudamiento con la banca local, entre otras no menos duras que afectan la sostenibilidad fiscal.

En cuanto a las inversiones extranjeras, fueron de carácter especulativas en el sector inmobiliario las de los últimos años, encareciendo la tierra como nunca se había visto en el pasado, burbuja que deberá explotar para que el actual exceso de oferta de apartamentos encuentre demanda. Salvando la diferencia, el pinche de la burbuja deberá ser similar a la que se produjo en Japón en 1991, cuando la tierra alrededor del Palacio Imperial de Tokio llego a tener un valor que superaba el de la tierra de todo el Estado de California. La recesión en Japón cedió cuando el precio de la tierra se redujo, aquí será similar.

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