Motoristas como parte del caos en el tránsito

Motoristas como parte del caos en el tránsito

Ramón Núñez Ramírez

Hay muchos factores que han llevado al cuasi colapso del tránsito en el Gran Santo Domingo, pero uno de ellos lo representan los 3,298,697 motores (2024), equivalentes al 55% del parque vehicular y ocupamos el lugar #1 en América Latina en término de motocicletas/100,000 habitantes, que asciende a 29,670, superando los cinco con mayor número de motocicletas en la región; en ese orden Perú con 24,000, Colombia (16,469), Brasil (12,425), México (7,744) y Argentina con 8,732.

Todos los que conducimos un vehículo sufrimos el impacto emocional del zigzagueo, el tránsito a velocidad en las aceras, ignoran los semáforos y se niegan a ceder el paso como si fueran dueños absolutos de las vías.

El resultado es que en los accidentes de tránsito en el país (de acuerdo a cifras del Intrant de 2022) fallecieron 2,921 personas y de estos, 1,670 en motocicletas; es decir de nuestra cifra, récord mundial en 2023 (World of Statistics), de 65 fallecidos por cada 100,000 habitantes en accidentes de tránsito, los motoristas aportan 36 fallecidos por cada 100,000 habitantes. Esto supera con mucho las muertes por criminalidad o por conflictos de tipo social.

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Aun cuando contamos con la Ley 63-17 de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad vial, así como de un reglamento específico para las motocicletas y bicicletas, no se cumplen y representan letra muerta para los motoristas y otros conductores.

Con los años conduzco con más precaución; a la salida o entrada del edificio de Telesistema Dominicano miro a ambos lados de la acera para no tener un “encontronazo” con un furtivo motorista, cuando voy a doblar a la izquierda o la derecha chequeo el retrovisor, no vaya ser que un intrépido en el momento del giro intente adelantarse y lo choque, cuando el semáforo me da el verde espero unos segundos y miro a todos los lados para prever un indómito que viene en vía contraria o burla el semáforo en rojo.

Lógicamente estas precauciones dejan un sedimento en el subconsciente y una de mis pesadillas recurrentes es un “Uber-Eats”, que brota debajo del pavimento y lo arrastro, el otro que normalmente me despierta es un “Pedidos-Ya” que se arroja sobre la puerta lateral derecha, con su casco rompe el vidrio, penetra en mi automóvil y golpea mi cabeza.

Tenemos los motoconchistas que generalmente respetan los semáforos, van a una velocidad regular, pero entonces en violación del reglamento montan tres pasajeros sin cascos, incluyendo un niño que es como el jamón del sándwich, y también es frecuente un pasajero que lleva en sus piernas un cilindro de gas propano, convirtiéndose en un misil ambulante.

No generalizo, hay empleados privados y estudiantes, en ciudades donde no hay rutas suficientes de transporte colectivo, y hacen un sacrificio adquiriendo un motorcito de tercera mano y manejan con prudencia y respetando la ley.

Ahora que comienza el éxodo al interior es bueno recordar el último boletín del COE Semana Santa 2023, en que de la totalidad de muertos (26) por accidentes de tránsito dentro y fuera del operativo, los fallecidos en motores fueron 18.

Este año el operativo se denomina “Conciencia por la Vida 2024” y a pesar del despliegue de 49,723 personas y el esfuerzo coordinado de muchas instituciones, incluyendo voluntarios sacrificando su derecho al asueto por el servicio a la comunidad, muchos motoristas y otros desaprensivos engrosaran la contabilidad trágica que el COE presentará el próximo lunes.

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