Movimientos cívicos y patrióticos exitosos

Movimientos cívicos y patrióticos exitosos

Rafael Acevedo
Existe mucho desencanto y desconfianza respecto de los partidos políticos, y se piensa que la solución es la formación de nuevos partidos, con gentes probas y de altos ideales. Se me han acercado distintas personas con ese propósito, pero no hemos pasado de unas cuantas reuniones en las cuales ha salido un montón de críticas al gobierno y a los partidos del sistema, y acerca de la dudosa calidad personal de muchos líderes y personajes de partidos y movimientos de todo tipo.

A lo más que hemos llegado es a una catarsis, de la cual los asistentes salen muy aliviados, pero que no pasan de ser un ejercicio más de desahogo, como los que se hacen en algunos programas de radio.

No basta que la gente esté desencantada de los partidos tradicionales, como tampoco suponer que ese desencanto afecta a los muchísimos que van a la política por negocio.

Hay que tener claros los elementos del mercado socio-político que hacen probable el éxito de un movimiento.

Los marxistas hablaban de condiciones objetivas y subjetivas, y los funcionalistas, de «conducividad» estructural, para referirse a las condiciones y circunstancias que hacen factible o no, determinados hechos sociales. Distintos investigadores han dado cuenta de que los movimientos de cambio social encuentran apoyo cuando después de un período en que las cosas van bien, empiezan a ir mal; o en un período en que después de las cosas ir mal, empiezan a ir bien.

Lo primero es que haya una necesidad sentida o al menos identificada en la población, y en nuestro caso la hay. Lo segundo es que los objetivos del movimiento sean entendibles, legítimos, y alcanzables, y se crea que los que los preconizan son idóneos y confiables.

La gente debe entender que los problemas son solubles y que los promotores tienen los elementos a mano.

Por ejemplo, Participación Ciudadana es un movimiento cívico que ha tenido éxito, no sólo porque identificaron la necesidad de monitorear las Elecciones y otras actividades del Estado, sino porque además coincidieron con los intereses de sectores ciudadanos y de poder, así como con los de los Estados Unidos y los de organismos internacionales.

Quiera Dios que tantas gentes bien intencionadas prevean estas cosas para que no fracasen, como tantas veces hemos visto naufragar nuevos líderes, partidos y movimientos, juntos con nuestras más acariciadas y legítimas esperanzas.

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