Hoy 
POR CRISTINA CASALS
Viena, (EFE).- Wolfgang Amadeus Mozart será la estrella del legendario Baile de la Ópera vienés en su 50 edición desde 1956, que se celebra hoy 23 de febrero, con la asistencia de numerosas personalidades de la política, la cultura y el arte.
El ballet de la Ópera de Viena bailará en la inauguración Alla turca, al compás de un concierto y una sonata para piano del genio de Salzburgo, cuyo 250 aniversario de su nacimiento se celebra este año.
Asimismo, los solistas de la ópera Ildiko Raimondi y Adrián Eroed cantarán arias de Don Giovanni, Las bodas de Figaro y la Flauta Mágica, y los alumnos de la escuela de ballet de la Ópera danzarán a los compases de la famosa Pequeña Música Nocturna, aunque el vals de la apertura será tradicionalmente el Danubio Azul, de Johann Strauss.
El canciller austríaco, Wolfgang Schuessel, asistirá al evento con gran parte de los miembros de su partido, mientras ha trascendido que su invitado de honor será el Premio Nobel de la Paz y director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Mohamed El-Baradei.
El ministro de Hacienda austríaco, Karl Heinz Grasser, recién casado con la heredera de la familia Swarowski, Fiona, ha invitado al baile al jefe del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, y el ministro de Economía, Martin Bartenstein, a sus homólogos de Alemania y Suiza, Michael Glos y Joseph Deiss, respectivamente.
A su vez, el empresario de la construcción Richard Lugner, que acostumbra a dar el toque excéntrico al evento, aparecerá acompañado por la ex modelo de Playboy Carmen Electra, que también actuó en la serie Los vigilantes de la playa.
Lugner ha provocado además un pequeño escándalo al demandar a la primera organizadora del Baile de la Ópera, la nonagenaria Christl Schoenfeldt, por afirmar ésta que el magnate perjudica la buena fama del baile con las mujeronas horribles que suele invitar y entre las que en años anteriores figuraron Pamela Anderson, Geri Halliwell, Grace Jones o Sarah Ferguson, princesa de York.
El primer Baile de la Ópera de Viena tuvo lugar el 26 de enero de 1935, antes de la II Guerra Mundial, y en aquellos tiempos de crisis económica y política se interpretaba como acontecimiento simbólico de optimismo y fe en el futuro de la I República de Austria.
En vísperas de la guerra, en 1939, por orden del gobierno del III Reich que había ocupado Austria, el baile se celebró por última vez en 17 años, para retomarlo en la II República el 9 de febrero de 1956.
Desde entonces se ha celebrado todos los años, con excepción de 1991, cuando fue suspendido con motivo de la primera Guerra del Golfo.
Por los precios se pueden ver los cambios producidos en los últimos 50 años, ya que en 1956 los asistentes al Baile de la Opera pagaron el equivalente a 73 céntimos de euro por un par de salchichas de la prestigiosa empresa Gerstner fundada en 1847 y 1,45 euros por un botella de champán, delicias que este año valen 7 y 170 euros, respectivamente.
Según las estadísticas, en ese medio siglo se han consumido un total de 10.000 kilogramos de salchichas y 34.000 botellas de champán.
Para los 360 jóvenes entre 17 y 24 años que tienen el honor de bailar el vals en el comité de inauguración vale el dicho popular de que sin dinero no hay música, porque tienen que invertir un mínimo de mil euros cada uno por el traje, la entrada, la peluquería, el calzado y demás detalles.
Desde hace días, unos 600 trabajadores invierten 18.000 horas de trabajo adaptando las salas de la ópera al gran acontecimiento. Es necesario cambiar el parqué para que se pueda bailar y meter mesas en los palcos.
El Baile de la Opera se considera también un importante acontecimiento para la vida económica de la capital austríaca, puesto que representa una facturación de 17 millones de euros, de los que gastan más de un millón los asistentes procedentes del extranjero.
