Más sobre la reelección

<p>Más sobre la reelección</p>

UBI RIVAS
El 3 de febrero último, los medios de comunicación desplegaron una información que edificaba en relación a una consulta popular conectada con la reforma constitucional, que en el difundido criterio de los íntimos del presidente Leonel Fernández, es la preparatoria para un escenario nacional transformador de nuestra arcaicas estructuras troncales.

En esa consulta, que fue revelada nada más y nada menos que en el Aula Magna de la UASD, con la presencia del gobernante, un 87.3% de los pesquisados, manifestaron estar acordes con alguna modalidad que favorezca la reelección, un 93.2% se desbandó porque el Poder Ejecutivo ejerza un mayor control sobre el gasto público, “para lograr más eficacia”, un 54% que la reelección debe mantenerse como vigencia la Carta Magna hoy, un 91.3% favoreció las figuras jurídicas del plebiscito y el referéndum, aunque no especificó si en el último caso, fuese revocativo.

En lo concerniente a favorecer el espíritu cuestionable de la reelección gravitando sobre los intereses supremos de la República, es evidente que los consultados desconocen nuestro turbulento tránsito histórico, natural en un país que en un 98% de sus nacionales apenas si lee un libro cuando egresa de las aulas de los tres niveles, y que en esa misma proporción, desconoce la historia patria.

Es comprensible en un país en que el Estado determina y manipula y referencia al mayor patrono con una nómina de unos 300 mil individuos, superior a todo el aparato industrial, comercial y agrícola, y donde las sinecuras, las prebendas, el grado a grado, resulta un atractivo y una oferta “imposible de rechazar”, prueba al canto de nuestra debilidad industrial.

Ignoran quienes postulan por la reafirmación de la reelección, que nuestros grandes civilistas fueron sofocados, asfixiados, precisamente por los caudillos que tremolaron y se aplicaron a fondo con esa sustancia política nociva, que ha causado más estragos al país que todos los fenómenos naturales juntos registrados.

La reelección es positiva porque permite a los gobernantes el resquicio favorable de concretizar proyectos ambiciosos que la alternabilidad frustra, es el argumento de los epígonos del continuismo en el mando supremo, no importa las sobrevaluaciones de los proyectos, ni la dispensa cuestionable del grado a grado, ni que un proyecto se inicie con un presupuesto y culmine varias veces más que la originalmente pautado.

No importa que se ejecute el proyecto de un Metro capitalino obviando una serie de prioridades superiores a éste, porque precisamente envuelve variantes de consideración uncidas al proyecto reeleccionista del presidente Fernández.

La reelección, empero, se concretiza por dos alternativas, o la fuerza bruta y las truculencias en los manejos de cómputos en la JCE, o con el uso incorrecto de los recursos de los contribuyentes que nadie fiscaliza, controla, administra, prohíbe, para impedir su flujo indebido hacia fines no sustentados en obras sociales.

La reelección, también se sustenta en logros palpables, “constantes y sonantes” como las viejas morocotas, que todos perciban sus beneficios, y los actuales, conforme al incuestionablemente talentoso Francisco Javier García Fernández, son “la demostrada capacidad (de Leonel Fernández, claro) para dirigir el país y haber rescatado la economía nacional”, es decir, mantener estable a menos de 34×1, la prima del dólar que recinió al 55×1, del desgobierno de Hipólito Mejía.

No se avistan otros logros, reducción de la pobreza de forma sustancial, solución, de la permanente crisis eléctrica (apagones), medio millón de menores mendigando en las calles y prostituyéndose, invasión pacífica de dos millones de nacionales haitianos, circunscripción del crecimiento macroeconómico de un 10% que no necesariamente traduce desarrollo ni bienestar en las grandes mayoría preteridas.

Francisco Xavier Billini, Benigno Filomeno de Rojas, Pedro Francisco Bonó, Ulises Francisco Espaillat y Juan Bosch Gaviño, son los referentes de la lucidez civilista que fueron asfixiados por el trueno aterrador del continuismo, el despotismo, la reelección, el caciquismo y el fuercismo. Decidamos de una vez por todas.

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