¡Cuidado con el truco de la anciana con la maleta que no puede pagar!
El viernes pasado, me encontré con un amigo que había llegado desde el aeropuerto de Newark, N. J., y me relató muy orondo, un acontecimiento que en su caso no tuvo mayores consecuencias, pero le pudo causar un desapacible momento. Para ilustrar a futuros viajeros por vía área, me voy a permitir reseñar cómo esta aparente bonhomía, pudo haberle causado un grave desenlace por tratar de accionar como el buen samaritano.
En el mostrador de la línea aérea, una señora de bastante edad, imploraba que le permitieran subir una tercera maleta, para lo cual no tenía la cantidad de dinero que le solicitaban, unos sesenta dólares y le negaban el registro.
Mi amigo, que viajaba con poco equipaje conmovido por la lastimera situación de la anciana, ofreció que le registraran la maleta en su boleto (Boucher), ya que él viajaba con una sola y un bulto de mano. Entonces, procedieron a recibir el equipaje y lo registraron en su talón de viaje y él me dijo que se lo entregó a la señora en la recogida de equipajes del Aeropuerto de las Américas.
Al hacerme esa historia le relaté, como en otras circunstancias, personas dedicadas al tráfico de estupefacientes, utilizan personas mayores, a sabiendas de que la mayoría de las veces encuentran un mecenas que se conmueven de su apremiante situación.
Le relaté una situación similar que me aconteció en ocasión de haber sido invitado en mi condición de presidente del Consejo Dominicano de Usuarios del Transporte Internacional (CODUTI) y también de la Federación Latinoamericana de Consejos de Usuarios del Transporte Internacional (FELACUTI), fui convocado a Quebec, por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), para discutir el monopolio que tenían las Líneas de Conferencias a la hora de establecer los fletes, quienes con esas elevadas tarifas acogotaban a los usuarios, lo cual conllevaba que los comerciantes debían reducir sus beneficios a proporciones mínimas.
¡Insólito! Tuve que viajar a Puerto Príncipe, capital de Haití, para obtener el visado para Canadá, ya que ese país tenía la embajada en esa capital. Con la visa en mi pasaporte, tomé un vuelo para Quebec que hacía escala en Newark.
En Quebec, constaté que la UNCTAD había convocado a todos los Consejos de Usuarios de Latinoamérica y a las dos Líneas de Conferencias más grandes e influyentes del mundo. Lamenté que la invitación solo incluía mi nombre, ya que entendía que también pudo invitarse al director ejecutivo, Horacio Atiles, uno de los técnicos más avezados en transporte internacional, quien había trabajado por muchos años en la Flota Mercante Dominicana.
Después de dos días de intrincadas y aburridas discusiones, las Líneas de Conferencia aceptaron una pírrica rebaja en los fletes, sobre todo en los llamados “Long Courier”. Como el que tiene el sartén por el mango es que pone las condiciones, las UN no pudieron hacer nada adicional en beneficio de los usuarios.
A mi regreso, en el mismo aeropuerto de Newark me aconteció un caso similar al de mi amigo, y la anciana suplicaba que al no tener dinero no podía dejar abandonada su maleta extra. Me conmovió su cara de desesperación y acepté que su maleta fuese incorporada a mi equipaje. Ahora bien, ya tenía experiencia sobre acontecimientos desagradables con ese tipo de situación y tan pronto me devolvieron mis “Bouchers”, le entregué a la anciana el extra, ya que podían los federales solicitar la apertura de la maleta y encontrar sustancias que me pudiesen haber causado graves engorros.
Tenemos conocimiento en nuestros cuantiosos viajes de representación del Gobierno dominicano en materia de cacao, de incidentes en los cuales se han visto involucrados representantes de bona fide, por tratar de solucionar a una supuesta viajante desvalida de una situación de exceso de equipajes. El agravante se suscita si los gendarmes federales no creen en su confesión de buena fe y le hacen perder su vuelo y muchas veces, ser encarcelados sin cometer delito alguno.
Relatamos esta experiencia para que viajeros bona fide no sean sorprendidos por mafiosos que tienen preparada esa coartada de una “tercera maleta” portada por una anciana que se presta por una buena cantidad de dinero, a servir como “mula” y se encuentran con un incauto, que pensando hacer una piadosa acción, se enredan en las patas de los caballos y van a parar a la cárcel, sin haber cometido el más mínimo delito. Hagan como los veteranos y repitan conmigo: “culebra no se agarra en lazo”.