“Mucha espuma y poco chocolate”

“Mucha espuma y poco chocolate”

Samuel Luna

Una sola frase tiene el poder de describir la realidad y el comportamiento de los individuos y la de los pueblos. Esto fue lo que logró el artista oriundo de Moca, el compositor e intérprete del merengue, Francisco García, más conocido popularmente como Musiquito.

Cuando el artista lanzó el merengue “mucha espuma y poco chocolate”, cada dominicano entendió la esencia del merengue; y precisamente esto es lo que ha pasado en la esfera política de la República Dominicana por generaciones, “mucha espuma y poco chocolate”.

Cuando estudiamos el discurso de los partidos políticos, nos damos cuenta que todos poseen la misma proclama, todos con buenas intenciones; sin embargo, las buenas intenciones no son suficientes para gobernar una nación anárquica, indisciplinada y sin formación de como debería funcionar el Estado dominicano. No poseemos modelos a seguir, porque nunca hemos gozado de estabilidad ciudadana y de un desarrollo que afecte positivamente a la mayoría. Debemos tener muy presente lo que expresó Milton Friedman, el economista, estadístico e intelectual, que: “Uno de los grandes errores es juzgar las políticas y programas por sus intenciones más que por sus resultados”. El pueblo dominicano debe hacer un paro y mirar hacia atrás con una reflexión del presente, estoy seguro que si lo hacemos correctamente y de una manera objetiva nos dará deseo de vomitar y correr hacia las cuevas del escape emocional. Desde esas cuevas emocionales nos damos cuenta, que somos “mucha espuma y poco chocolate”.

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Hace varios días leí un artículo escrito por el politólogo Nelson Reyes, titulado: El Estado y el peligroso camino de la inseguridad ciudadana; este artículo me conmovió y sirvió de motivación para yo escribir este tema. Siempre he dicho que para transformar nuestro complejo país se necesita un loco y alguien que entienda el papel del Estado dominicano por encima de los partidos políticos. El loco implica una persona que no le importe lo que opinen las clases sociales que tienen a este país secuestrado, ese loco es más práctico que teórico; este loco no está en contra de ninguna clase social, lo más importante para ese loco cuerdo es que el Estado sirva de árbitro para reducir la pobreza y la híper corrupción. Realmente, ese loco, debe  ser más chocolate que espuma. Ese loco no es un payaso que hace reír, es alguien diferente a lo común y a lo mediocre.

El país está lleno de espuma y poco chocolate. Nadie debe tener una maestría en sociología para entender lo que está pasando en nuestro bello pero maltratado país. En pleno año 2022 nuestros pueblos están sin acueductos, con una energía mala y cara, con una tasa de desempleo que está generando descontento, hacinamiento y falta de esperanza, ocasionando así grupos con comportamientos antisociales que generan temor e inseguridad en las familias dominicanas. Hablamos de cambios, de justicia, de estrategias y progreso, pero todo es un baño de diarrea social que nos salpica en cada instante. No todo se queda ahí, es increíble como nosotros como dominicanos somos tan “nacionalistas”, defendemos  nuestro territorio, y al mismo tiempo lo destruimos; somos como fieras que solo piensan en el hoy, viscerales intencionales y canchanchanes del sistema disfuncional que nos ha empobrecido por décadas.

Que quede claro, nuestro problema no es de un partido, es un problema sistémico, cultural y espiritual. No sabemos cómo unirnos, nunca nos enseñaron, nos vendieron la maldición de “Divide y  vencerás”. Seguimos promoviendo a líderes que ya están muertos e hicieron su papel. No somos capaces de ser creadores de un mejor Estado. Defendemos más la ideología del líder que los resultados sociales; las frases de cualquier mortal nos excitan, creando un efecto afrodisíaco sin frutos tangibles. De una cosa  debemos estar bien claro, seamos de la derecha o de la izquierda, cristiano o humanista, nuestro tiempo es limitado aquí en la tierra; por tanto, debemos entender que no estamos en un juego de dominó, estamos sanando o destruyendo  vidas debido a nuestro estilo de liderazgo. La meta final de cada político y cada ciudadano es amar a nuestro prójimo, en este caso, nuestro prójimo es el país y debemos no solo cuidarlo, también maximizar lo que posee nuestro rico suelo. Antes de pensar en transformación, debemos conocer nuestras debilidades, somos sabrosos, alegres, pantalleros y ayantosos; como canta musiquito, “mucha espuma y poco chocolate”. 

No quiero cerrar con propuestas, pero me gustaría dejar dos preguntas: ¿Qué haremos y cómo lo haremos para disfrutar de un real cambio? ¡Bueno! Nos vemos, debo terminar el artículo, porque mi esposa me espera con un buen chocolate, cargado de esperanza y de coraje, pero sin espuma.