Mucha teoría, pocos hechos

Mucha teoría, pocos hechos

La crítica contenida en el título no se dirige exclusivamente al Poder Ejecutivo, aunque es lógico que a él toque más la responsabilidad de lograr que el país camine más allá de lo retórico. Que debe asumir con un coraje que no deja ver las justas razones del Poder. Pero la falta de voluntad  se manifiesta por varios lados. La inservible Liga Municipal dipendia cientos de millones de pesos por años  y años,  y aunque el Ministerio Público lo descubre, nada pasa. Los ayuntamientos hacen trizas de la Ley de Contratación y nada les pasa. La Cámara de Cuentas detecta graves irregularidades y nadie paga por los hechos. Se comprueba la barbaridad de un grado a grado con una carretera fronteriza de 389 millones de dólares y la solución es darle marcha atrás a la mal intencionada  decisión para irse entonces a cuidar las formas y cumplir el mismo objetivo pero por concurso.

El consuelo (?) al vacío de autoridad es que nos gobiernan mentalidades políticamente “avanzadas”, superiores en ideas y conceptualizaciones, capaces de parecer que saben más del Medio Oriente que los actores de aquel fratricidio árabe israelí. En Santo Domingo brillan las fórmulas científicosociales gracias a un permanente foro universal. Si las soluciones a nuestros  males acuciantes, con agudas características del subdesarrollo, dependieran de las recetas de intelectuales sumos,  y no del actuar, este fuera el mejor país del mundo.

Alcohol,suicidios y  bipolaridades

El diagnóstico a la sociedad dominicana en estos tiempos de crisis en que la gente se ve muy mal y piensa lo mismo del futuro inmediato  está dado por destacados siquiatras de la sociedad que los agrupa. Nos reiteran que la mayoría de los crímenes se relacionan al consumo de drogas, lícitas e ilícitas. El consumo irresponsable de alcohol se apodera de un sector numeroso de la juventud y el 80% de los delitos lo cometen individuos de menos de 40 años. Problemas mentales  afectan  a muchos ciudadanos y los suicidios establecen récord.

Lo peor es que no existen programas que velen por la salud emocional para asistir a personas con  graves conflictos y desviaciones. El Estado practica con ligereza la contratación de costosos  aviones jet y hoteles de lujo para viajes  pero no dispone  una adecuada asistencia psiquiátrica  permanente en  centros públicos  ni desestimula el consumo excesivo de alcohol.

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