Mucho circo, poco pan

Mucho circo, poco pan

En las sociedades del espectáculo, esas que a finales de los años 60 el filósofo y escritor francés Guy Debord describió como aquellas donde se impone la representación de las cosas, más no las cosas en sí mismas, el pan y el circo eran elementos fundamentales para el control social.

En Roma permanecen los restos del Coliseo Romano, escenario escogido por ese imperio para desarrollar grandes espectáculos como peleas de gladiadores, luchas de fieras, obras teatrales y otras manifestaciones artísticas que acompañaban de la distribución gratuita de pan y otros alimentos.

En las sociedades del espectáculo contemporáneas escasea el pan, pero abunda el circo. En un país como República Dominicana donde la pobreza, de acuerdo a datos del Banco Mundial, ronda el 41% de la población, significando esto que de cada 10 dominicanos un promedio de 4.1 no tiene acceso a servicios básicos ni se les garantizan sus derechos fundamentales, concita la atención nacional el caso de un artista acusado de lanzar palabras obscenas contra los Padres de la Patria.

En un país con problemas endémicos y estructurales, donde parte importante de la población no tiene acceso a alimentación de calidad, agua potable, energía eléctrica, vivienda, alimentación y, por ende, no tiene garantizado el derecho fundamental que es la vida, llama la atención de la población y las autoridades que un artista urbano llamado “El Alfa” ofenda a la patria.

Sin justificarlo ni disculparlo, es preciso trascender la mecánica de la sociedad del espectáculo y entrar al fondo. Veremos entonces las ideas dominantes de la clase dominante, fenómeno identificado por Gramsci como hegemonía cultural.

Es así como se criminalizan de entrada las manifestaciones culturales de la clase popular. Su marginalidad asquea. Su origen geográfico (el barrio), su forma de vestir, de expresarse… Pero se es tolerante con los actores con poder político, económico y social capaces de ejecutar políticas públicas orientadas a que estas personas tengan mejor calidad de vida y trasciendan la marginalidad, no natural ni espontánea, que en ocasiones atenta contra ellos mismos y reproduce de manera cíclica su violencia, su miseria.

Hallaremos un sistema ágil en castigar al muchacho del barrio que ofende a la patria, pero haragán en hacer lo propio con los funcionarios y grupos que incurren en el derroche, ostentación, despilfarro y robo de los recursos públicos.

En fin… República Dominicana está al revés y debe enderezarse porque un país donde cause más revuelo lo que diga un artista que las inequidades sociales, políticas y económicas, está definitivamente patas arriba. Está dormido. Entretenido con el circo y mientras tanto sigue escaseando el pan. Como sociedad, le hacemos coro al circo y nos siguen robando el pan.

 

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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