Mucho desencanto y poco entusiasmo

Mucho desencanto y poco entusiasmo

TEOFILO QUICO TABAR
Habiéndose iniciado oficialmente la campaña electoral con miras a las elecciones presidenciales, aunque de hecho había comenzado mucho antes, se puede afirmar de acuerdo a lo que se ve y se oye en cualquier lugar donde usted pueda tener contacto con la gente de manera casual, programada o cotidiana, que son muchos los descontentos con la situación que vive el país, además de que hay otra parte talvez igual de personas que todavía no han tomado decisión alguna, no solo en cuanto a inclinarse por un determinado candidato, sino incluso de participar en el proceso electoral mismo.

Al parecer ese gran contingente se siente defraudado políticamente y sin señales todavía lo suficientemente motivadoras.

Aunque talvez no se manifieste de manera tan clara y evidente, lo que parece indicar es que hay mucha resistencia en determinados sectores de la población en participar en el torneo electoral. Muchos por desencanto y otros porque no sienten el necesario entusiasmo que los lleve a manifestar simpatías o a participar en acciones a favor de algún candidato. Se podría decir, incluso, que habiéndose iniciado la campaña, todavía una parte importante de la población está en el limbo, como si esperaran algo que les inyecte el interés motivador necesario.

Las elecciones presidenciales del 2004, o sea, cuando Hipólito y Leonel se enfrentaron, fue un proceso tan especial como particular, salpicado por tantas circunstancias locales y extranjeras, que provocaron distorsiones de tal magnitud, que hicieron cambiar de rumbos y simpatías a muchísimas personas que por tradición lo hacían por otros partidos, especialmente por el PRD, incluyendo algunos que simplemente no votaban.

No fueron pocos los que, ante lo que se decía, se sentía, o aparentaba, aunque no necesariamente fuera lo real y verdadero, decidieron darle su apoyo al candidato de la oposición que en ese entonces era Leonel.

Muchos que en el 2004 se inclinaron por el candidato oficial, se sienten hoy defraudados, desencantados e incluso avergonzados por acciones que no tienen explicación ni pueden ser justificadas de ninguna manera.

Está claro que muchos que votaron por Leonel en el 2004 no lo harán de nuevo bajo ninguna circunstancia en esta ocasión, porque hay mucho desencanto. Otros que circunstancialmente perdieron el interés por el PRD han vuelto por el fenómeno polarizador de Miguel Vargas, sin embargo otros todavía no se han decidido por ningún candidato. 

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