Muchos haitianos creen que no votarán en las presidenciales

Muchos haitianos creen que no votarán en las presidenciales

PUERTO PRINCIPE, Haití. En las últimas semanas, varias protestas han recorrido las calles de la capital haitiana con brotes ocasionales de violencia, en apoyo de las peticiones de la oposición de que se haga un recuento independiente de los sufragios en la primera ronda de las presidenciales en Haití y que se hagan cambios inmediatos en el consejo electoral. Pero en este país empobrecido, hay muchos que no comparten ese fervor y los analistas temen que la abstención generalizada ponga en peligro un nuevo intento de apuntalar la frágil democracia haitiana.

Esta falta de interés coincide con un ciclo electoral de tres votaciones en las que se disputan casi todos los cargos públicos del país. Minouche Jean, vendedora de comida, no votó en la primera ronda de las presidenciales a finales de octubre y no lo hará en la segunda vuelta, prevista para el 27 de diciembre.

No le interesa un proceso que parece tener tan poco efecto en su vida diaria. “Es una pérdida de tiempo hacer fila durante horas y no conseguir nada a cambio”, dijo mientras colocaba pequeñas bolsas de arroz y azúcar en un mostrador de madera de una barriada de Puerto Príncipe. “Tengo que ganar dinero”. En teoría, la campaña para la votación del 27 está en marcha, pero por ahora parece que sólo se presenta un candidato a la presidencia.

El finalista de la primera ronda, Jude Celestin, ha alegado un “fraude masivo” a favor del candidato del gobierno y su alianza de oposición amenaza con boicotear las elecciones. El más votado en primera vuelta, Jovenel Moise, del partido Tet Kale del presidente saliente Michel Martelly, hace campaña y se queja de que sus detractores no presentan pruebas que respalden sus acusaciones de amaño electoral. La escéptica opinión de Jean sobre el proceso democrático parece generalizada, a juzgar por las entrevistas realizadas en el país por Associated Press.

Esa profunda sensación de desencanto señala que la ya escasa participación de octubre se repetirá en las presidenciales. Sólo el 18% de los votantes acudió a la primera ronda legislativa en agosto. Junto a una carretera polvorienta, Chery Anozier preparaba una pasta picante de maní con un agrietado mortero. “Si uno vota en Haití, le traicionan”, dijo haciendo una pausa. “No puedo poner mi confianza en estos políticos”.

Hay muchas teorías sobre el origen de esa opinión: una falta de candidatos inspirados, exasperación con las promesas rotas y años de disputas políticas internas, sospechas sobre que las autoridades electorales falsificarán los resultados o que los líderes sean elegidos por gobiernos extranjeros que financian las votaciones.

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