Muchos salen a mendigar en comunidades de Los Cacaos

Muchos salen a mendigar en comunidades de Los Cacaos

POR ALTAGRACIA ORTIZ
LOS CACAOS, San Cristóbal.-
“Dénme algo que tengo hambre”, es una frase común que expresan cada día niños y adultos en varias comunidades de este municipio.

No es evidente si la gente tiene o no hambre, pero casi todos los conductores se ven obligados a bajar el vidrio de sus vehículos para dar algunas monedas a los pedigüeños.

Sin embargo, el rostro de los niños y de adultos que piden se ven famélicos.

 En esa vía, angosta por los derrumbes de terrenos deforestados, las mujeres salen de las casas y dicen “deme lo que sea, mire a ver si trae algo”, mientras  los niños, hembras y varones se pegan a las puertas de los vehículos  que por esta vía intentan llegar a comunidades distantes.

En Los Jíbaros, las escenas de personas que pedían en la vía se asemejan a las imágenes transmitidas por la televisión internacional en el Africa Subsahariana.

A las más de 20 comunidades que tiene el municipio de Los Cacaos llega ayuda gubernamental y de instituciones religiosa, pero la pobreza en esa región es ancestral.

En la vía  maltrecha por la tierra que tiró hacia abajo el efecto de erosión se pueden observar campesinos que venden algunas frutas y viandas.

La actitud psicológica de las personas que sobreviven es de derrota, pero otros han emprendido la labor de reconstrucción. En el mismo centro de este municipio, una maestra hacía el levantamiento de datos de los daños de la escuela en que trabaja.

Niños y niñas descalzos y desnudos constituyen una constante en la vía y en las casas del municipio.

La furia del viento y la gran cantidad de agua que se esparció sobre el país llevaron a esta comunidad a tener daños cuantiosos. La pobreza ahora es más evidente, pero estaba tapada. La tormenta Noel la destapó ante el país.

En el principal refugio de la comunidad que es el hospital que iba a ser equipado, la gente ha hecho de cada espacio su casa.

 “Hágame fotos y venga para que vea la que ahora es mi casa”, dijo al fotógrafo José Francisco una mulata que insistía en que la fotografiaran con sus cuatro niños. En ese municipio hay una presencia importante de niños y ancianos enfermos.

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