Mueren 60 en atentado Pakistán

Mueren 60 en atentado Pakistán

ISLAMABAD. AFP. Al menos 60 personas murieron ayer por la noche en un atentado contra el hotel Marriott de Islamabad perpetrado por un kamikaze al volante de un camión cargado de explosivos.

Entre los muertos hay mujeres, niños y extranjeros, clientes habituales de este establecimiento de cinco estrellas, según un responsable de seguridad que pidió no ser identificado. Unas 200 personas resultaron heridas, agregó. «El saldo, por el momento, es de 60 muertos, pero aumentará», estimó, explicando que varias víctimas saltaron al vacío desde el tercer y el cuarto piso del edificio de seis plantas.

Al menos una de las víctimas es de nacionalidad estadounidense, indicaron fuentes médicas y oficiales a la AFP, mientras que el ministerio danés de Relaciones Exteriores informó que en el hotel había varios daneses.

Tres horas después de la explosión, que rompió los cristales de las casas situadas en un perímetro de un kilómetro, el hotel seguía ardiendo y amenazaba con derrumbarse. Muchas personas están atrapadas en el interior del hotel, según fuentes policiales.

«El kamikaze conducía un camión cargado de explosivos» y lo precipitó contra una de las barreras metálicas de seguridad situadas a diez metros del edificio que alberga el hotel, precisó el responsable.

Un fotógrafo de la AFP pudo ver los cadáveres mutilados de al menos 20 personas frente a la entrada del hotel.  El ataque ocurrió horas después de que el nuevo presidente Asif Ali Zardari, quien se enfrenta al reto de gobernar en medio de la ola de violencia islamista que afecta al país, se dirigiera por primera vez al parlamento pidiendo firmeza al gobierno en la lucha contra el terrorismo.  Posteriormente, en un mensaje televisado dirigido a la nación, Zardari aseguró que «el terrorismo es un cáncer en Pakistán».

Cadáveres calcinados

Por las calles de los alrededores del hotel Marriott de Islamabad, llenas de cadáveres y vehículos calcinados, vagaban los supervivientes del brutal atentado de este sábado, buscando a sus amigos y familiares entre sollozos y con las ropas manchadas de sangre.

Un fotógrafo de la AFP que llegó al hotel minutos después del estallido del camión bomba, oyó gritos de socorro que salían del edificio en llamas. Mucha gente saltaba de los pisos altos al vacío para no ser engullidos por el fuego.

Los restaurantes del establecimiento de cinco estrellas estaban llenos de familias musulmanas rompiendo el ayuno diario del ramadán y de extranjeros, convencidos de que estaban en uno de los pocos lugares seguros de la capital paquistaní.  «Era como si el hotel se derrumbase, el techo de la cocina se desplomó con gran estruendo», explicaba conmocionado un cocinero, sentado entre los escombros y con sus ropas blancas manchadas de rojo. «Había mucha gente trabajando en la cocina y muchos clientes en los restaurantes, no sé qué les ocurrió», agregó.  Un polaco que andaba sólo en pantalones, con la camisa en sus manos, dijo que estaba buscando a cinco personas que le acompañaban cuando estalló la bomba.  El personal del hotel improvisó un dispensario para ofrecer los primeros auxilios en el aparcamiento, mientras un grupo de fuerzas especiales de la policía acordonaba el lugar.

Una columna de humo se elevaba por encima del hotel, en el centro de una ciudad inundada por un nocivo olor a plástico y cables quemados.

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