Mueren 60; temen guerra civil Irak

Mueren 60; temen guerra civil Irak

BAGDAD (AP) .- Al menos 60 personas murieron ayer sábado en Irak pese al toque de queda que impera en varias zonas del país, lo que aumenta los temores de que estalle una guerra civil.

Desde que el miércoles se detonaran unos explosivos en una mezquita chiíta, 200 personas han muerto por enfrentamientos entre sunitas y chiítas. El toque de queda establecido el viernes y los llamados de políticos y líderes religiosos a la calma parecen no surtir efecto.

El ataque contra la importante mezquita de Samarra desató un alud de violencia y represalias en las que los chiítas quemaron o destruyeron docenas de mezquitas sunitas. La situación ha trabado las negociaciones para formar un nuevo gobierno.

La violencia del sábado se produjo en diferentes partes del país. En Karbala, una ciudad chiíta considerada sagrada explotó un carro bomba, mientras que en el noreste de la capital mataron a 13 miembros de una familia chiíta.

Al menos seis personas murieron en el ataque de Karbala, dijeron fuentes hospitalarias. De poco parece haber servido el despliegue de las fuerzas de seguridad para contener el brote de virulenta violencia.

También el sábado, una mezquita sunita fue atacada en Bagdad, un día después de que lanzaran explosivos contra otra en Tuz Khormato, al norte de la capital. Por otra parte, dos policías murieron durante enfrentamientos en el entierro de un periodista de la cadena televisiva Al-Arabiya. Cerca de una mezquita en el suroeste de Bagdad se encontraron los cadáveres de 14 policías iraquíes, dijo el mayor de la policía Fala al-Mohammedawi. En Sader City, Bagdad, unos cohetes mataron a tres personas, dijo la policía. Al menos 21 personas murieron en incidentes separados en Bagdad y zonas occidentales de la ciudad, según informes policiales y de los hospitales.

Desde el miércoles, 200 personas han muerto por los persistentes enfrentamientos que han puesto en pie de guerra a chiítas y sunitas, una violencia sectaria que podría sumir a Irak en una guerra civil.

El toque de queda continuaba en efecto en Bagdad y sus tres provincias aledañas. Si bien éste fue suspendido a las 4 de la tarde en casi todas las zonas, el gobierno impuso una restricción de 24 horas de movimiento vehicular en Bagdad y alrededores.

Los líderes políticos y religiosos han hecho un llamado a la calma tratando de aplacar los ánimos violentos de extremistas en ambas partes.

El movimiento chiíta del clérigo Muqtada al-Sader, cuya milicia es acusada de gran parte de los ataques contra los sunitas, ha prohibido el asesinato de miembros chiítas o sunitas, un llamado similar al que hicieron los líderes de los segundos.

No obstante, el grupo dijo que la violencia es culpa de Estados Unidos y sus aliados.

«Exigimos que los invasores abandonen Irak o decreten una fecha de salida’’, dijo el grupo en un comunicado.

La violencia de los últimos días podría dar al traste con los planes estadounidenses de ir reduciendo su número de soldados en Irak.

Asimismo, la frágil alianza política en la cúpula del gobierno también podría resquebrajarse de no reducirse los enfrentamientos. El principal bloque sunita dijo que no «dudará en reconsiderar’’ su decisión de retirarse de las conversaciones políticas con el primer ministro Ibrahim al-Jaafari, un chiíta, si este no cumple con sus promesas, entre otras, de reconstruir las mezquitas destruidas desde el miércoles.

Posteriormente, al-Jaafari dijo que las partes accedieron a reparar todos los sitios religiosos dañados en los últimos hechos de violencia, y a compensar a las familias de los muertos. Pero el político sunita Naser al-Ani dijo que el acuerdo no era suficiente para que los sunitas suspendan su boicot a las conversaciones para unirse a un nuevo gobierno.

El presidente estadounidense George W. Bush se comunicó por teléfono con líderes de todos los sectores iraquíes para pedirles que suspendan los enfrentamientos entre sí.

Bush habla a líderes

El presidente George W. Bush habló ayer sábado a siete dirigentes políticos iraquíes en un esfuerzo por disminuir la violencia sectaria que amenaza el objetivo de un Irak autosuficiente, libre de soldados estadounidenses.

 La ronda de conversaciones de Bush con líderes iraquíes fue la primera desde la parcial destrucción de un venerado santuario chiíta en Samarra que tuvo como consecuencia varios días de ataques de represalia en que murieron más de un centenar de personas y decenas de santuarios y mezquitas fueron destruidos o dañados.

 Hay temores en Bagdad y en Washington de que Irak podría estar al borde de la guerra civil casi tres años después de la invasión de Estados Unidos y sus aliados para derrocar al régimen de Saddam Hussein. La violencia frenó las conversaciones destinadas a formar un gobierno de unidad nacional, un paso considerado fundamental para desmoralizar la insurgencia dominada por los sunis y permitir la retirada de las tropas norteamericanas del país árabe.

«El presidente felicitó a los dirigentes iraquíes por su vigoroso liderazgo y por sus esfuerzos para calmar la situación y por sus declaraciones contra la violencia’’, dijo Frederick Jones, vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.

Bush «los alentó a continuar su labor de manera conjunta a fin de frustrar los esfuerzos de los perpetradores de la violencia que tratan de sembrar la discordia entre las comunidades de Irak’’, señaló Jones.

En sus llamadas, Bush no habló con líderes religiosos. En cambio, conversó con dirigentes de los principales partidos políticos de Irak: con el primer ministro Ibrahim al-Jaafari, un chiíta; con el presidente del principal partido político chiíta, Abdul-Aziz al-Hakim; con el presidente de la Asamblea Nacional de Irak Hajim al-Hassani, un suni; con Tariq al-Hashemi, líder de la principal coalición suni; con Ayad Allaui, un ex primer ministro chiíta; con el presidente iraquí Jalal Talabani, un curdo; y con el líder curdo Massoud Barzani. 

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