Muerte afecta planes EU en zona

Muerte afecta planes EU en zona

WASHINGTON, (EFE).- El asesinato de la líder opositora paquistaní Benazir Bhutto supone una prueba de fuego para las relaciones entre Pakistán y EE.UU., que según los expertos tiene la llave para exigir la continuidad democrática en el país.

   El poder de Estados Unidos reside en los 10.000 millones de dólares de ayuda que la Casa Blanca ha entregado a Islamabad desde el 2001 con el objetivo de ayudar al presidente Pervez Musharraf a intensificar la lucha contra los elementos radicales islámicos.

   Buena parte de esos fondos se han desviado, según informes recientes, a otros fines como el desarrollo de armas para contrarrestar un posible ataque de la vecina India, lo que ha llevado a EE.UU. a reconsiderar los términos de la ayuda.

   Aún así, esa financiación es una palanca de fuerza que puede resultar clave, según los analistas, para impedir que el general Musharraf vuelva a decretar el estado de excepción en el país, que se levantó el pasado 15 de diciembre tras 42 días en vigor.

   «Este es el momento para que el Gobierno de (George W.) Bush ejerza presión sobre Musharraf para que no detenga el proceso político, algo a lo que puede verse tentado», dijo a Efe Syed Farooq Hasnat, ex presidente del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Punjab, en la ciudad paquistaní de Lahore.

   Hasnat insistió en que el papel de Estados Unidos es crucial ante la incertidumbre sobre el futuro de las elecciones legislativas, previstas inicialmente para el próximo 8 de enero.

   Daniel Markey, experto en Pakistán del Council on Foreign Relations, un centro de estudios de Nueva York, pronosticó hoy, en una rueda de prensa telefónica, que EE.UU. aceptará un retraso en los comicios dada la gravedad de la situación.

   «No creo que Washington ejerza mucha presión sobre Musharraf a menos que el proceso se postergue de forma indefinida», señaló Markey, quien sí cree, por el contrario, que EE.UU. se opondrá a un nuevo estado de excepción que legitima las detenciones indefinidas.

   El presidente Bush pidió, en sus primeras declaraciones sobre lo ocurrido, el respeto a la democracia en el país.

   «Instamos (a Pakistán) a honrar la memoria de Benazir Bhutto al continuar con el proceso democrático por el que ella tan valientemente entregó su vida», señaló hoy el presidente de Estados Unidos.

   La muerte de Bhutto supone, por lo demás, un serio «revés» para la política estadounidense, que pasó meses este año tratando de forjar un acuerdo para que la líder opositora y su acérrimo rival Musharraf compartieran el poder.

   Washington creyó que el regreso de Bhutto a Pakistán en octubre pasado, tras ocho años de exilio era la mejor manera para garantizar un Gobierno más representativo.

   Musharraf, por su parte, ofrecía a los ojos de Washington la estabilidad necesaria en un frágil estado nuclear con una fuerte presencia de radicales islámicos.

   La posibilidad de un pacto entre los dos líderes políticos se desvaneció después de que Musharraf decretara el estado de excepción en noviembre, lo que llevó a Bhutto a pedir su dimisión y a descartar cualquier acuerdo con el general.

   Los analistas señalaron que su asesinato hoy en Rawalpindi, no muy lejos de donde tuvo lugar la violenta muerte de su padre hace 28 años, reduce las limitadas perspectivas de estabilidad en Pakistán.

   «Es una situación triste y trágica», dijo a Efe Michael E. O’Hanlon, analista del Brookings Institution, un centro de estudios en Washington, quien señaló, de todos modos, que no está claro que el potencial liderazgo de Bhutto fuera la opción más deseable para el país.

   «Mantengo la esperanza en que, asumiendo que la presente crisis se pueda resolver, emerja una nueva generación de líderes más efectivos y mejores para la democracia paquistaní que las generaciones pasadas», señaló O’Hanlon.

   Pese a esos esperanzadores deseos, no faltaba quien señalara hoy que, al menos desde el punto de vista estadounidense, las opciones sobre la mesa no resultan muy alentadoras.

   Y es que, con Bhutto fuera de escena -la candidata más prooccidental y proestadounidense- la atención la acapara ahora el ex primer ministro Nawaz Sharif, mucho menos proclive a la influencia de Estados Unidos en el país.

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