Muerte de Antonio Maceo y Panchito Gómez Toro

Muerte de Antonio Maceo y Panchito Gómez Toro

Después de derrotar a los españoles en la batalla de “Mal Tiempo”, el general Máximo Gómez y el lugarteniente Antonio Maceo, siguieron su asombroso avance. Entraron en Matanzas y libraron la batalla de “Coliseo”, donde los españoles estaban mandados por el general Arsenio Martínez Campos. La táctica y la estrategia de Gómez burlaron a uno de los mejores generales de España. Arsenio Martínez Campos fue quien concluyó las guerras carlistas, encabezó el “Pronunciamiento” de Sagunto y restauró la monarquía en España.

Máximo Gómez y Martínez Campos se enfrentan en “Caliente” y la columna libertadora penetró en la Provincia de La Habana. Eso ocurrió el Día de Año Nuevo del 1896. Entonces Gómez se dirigió a Martínez Campos y apelando a su proverbial hidalguía, le pedía: “No más guerra, no más tea, no más sangre. General puede usted hacer mucho a favor de ambos pueblos. Es un tiempo precioso de salvarse España en América, si piensa y concede”.

Arsenio Martínez Campos autor del Pronunciamiento de Sagunto, que había restaurado la monarquía en España, decidió retirarse de Cuba y recomendó, para hacer la que él llamó “este tipo de guerra”, al impiadoso e inhumano Valeriano Weyler. Weyler resultó peor que Blas de Valmaseda. Weyler fue un Atila español con sangre prusiana.

El cruel y sanguinario Valeriano Weyler prometió la pacificación de la isla, en el término de dos años.

Construyó la Trocha de Mariel a Majana, pero todo, absolutamente todo resultó inútil. Ya España tenía la isla de Cuba perdida.

Así las cosas y mientras Weyler prodigaba a manos llenas y sin regateos sus crueldades, Gómez resultó víctima de nuevas aflicciones, de nuevas y lacerantes tristuras. En Punta Brava se precipitó al suelo, El Titán de Bronce Antonio Maceo y Grajales.

Y junto a él su ahijado, porque Maceo era su padrino, el hijo preferido de Gómez, Panchito Gómez Toro. El bravo Máximo Gómez apesadumbrado, en Las Villas se plantó a esperar las acometidas salvajes del bestial Valeriano Weyler.

El bárbaro general español precipitó sobre Las Villas, un verdadero huracán de guerra.

Treinta y tres batallones y cuarenta escuadrones, al frente de los cuales marchaban generales y coroneles, en el número de treinta. Gómez durante veinte meses soportó las acometidas del más numeroso ejército que España tuvo en América, para impedir la emancipación de una colonia. El gobierno de Madrid se sintió aterrado, frente al peso ponderoso de la tragedia cubana y Weyler fue reemplazado por el general Blanco Erenas. Resulta bueno decir, que aquí cuando la guerra de la restauración, Weyler formaba parte del ejército español.

Y ese Valeriano Weyler, en pelea con los patriotas de San Cristóbal tuvo que huir como un gamo.

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