Muerte, dolor y remordimiento

Muerte, dolor y remordimiento

Un chofer borracho -irresponsable en grado extremo- provocó con su temeridad  la muerte de ocho  jóvenes y dejó a un número igual mal  heridos. Fue el desenlace de una gira a un balneario organizada por estudiantes de un colegio de Santo Domingo Norte.

La tragedia ha llenado de dolor y luto a las familias de los jóvenes fallecidos y lesionados y, por qué no, de indignación y remordimiento por el hecho de que un acto de irresponsabilidad ha tenido un saldo tan terrible. En un vídeo tomado antes de la tragedia aparece el chofer bebiendo de una botella y hay testimonios de que discutió con el cobrador del minibus porque le llamó la atención por su forma temeraria de manejar.

Pero debe haber remordimiento entre las autoridades, que comparten al menos responsabilidad moral por sucesos como estos. Aquí no hay seguimiento de las infracciones de los conductores y los alcoholímetros, adquiridos con mucha fanfarria, apenas son desempolvados para los operativos de Navidad y Semana Santa.

Las autoridades del tránsito deben sentirse en alguna medida culpables de que gente embriagada tome el volante de un autobús cargado de jovencitos y provoque tanto luto y dolor. Vendrán ahora las explicaciones y excusas, pero sería más útil hacer lo que corresponde para disminuir las posibilidades de tragedias tan dolorosas.

Cambios innecesarios

La Junta Central Electoral (JCE) tiene los bonos bien altos entre los dominicanos. Su eficiente desempeño le ha hecho merecedora de elogios entre organismos internacionales. A fuerza de renovarse y reinventarse, la Junta logró espantar el fantasma del fraude, que revoloteaba en cada proceso electoral desde 1962, cuando tuvimos el primer ensayo democrático con las elecciones del 20 de diciembre de ese año, ganadas por el profesor Juan Bosch.

Después de tantos méritos reconocidos, sorprende que a alguien se le ocurriera la idea de que la Junta necesitaría un “cambio de imagen”. Y sorprende más porque tal ocurrencia viene a producirse cuando la JCE tiene tantos asuntos importantes por resolver para afinar aún más el funcionamiento del aparato electoral. La Junta ya luce bastante bien, y no necesita para nada  gastar recursos en implantes de silicona y otras cursilerías por el estilo.

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