Muerte lamentable

Muerte lamentable

[b]Señor Director:[/b]

Aún no me repongo del impacto que produjo en mí la reciente noticia de la muerte de un Inmortal (paradojas de la vida) del deporte dominicano. Me refiero al atropello (y posterior abandono de Olmedo Suárez (chelito), por uno de los tantos jinetes de la muerte nunca mejor dicho, pues la mayoría se desmontó del caballo para conducir una moto sin formación ni educación que llenan nuestras calles.

Es notoria la falta de un mínimo control de estos por las autoridades. Bajo el argumento de «somos padres de familia y buscamos el pan de nuestros hijos «los mismos se han convertido en una plaga maldita que sin papeles, cascos, sin seguridad andan como «perro por su casa» y cada día se nos muestran con Pío Baroja «estar un centímetro por debajo del cerdo», y es que sólo un animal puede atropellar a una persona y abandonarlo a su suerte.

Pocas serían las palabras y demasiado las páginas para resumir la vida de este ilustre deportista y recoger en ellas sus logros y hazañas en los campos de béisbol de R.D. y el extranjero, así como en los de Softball de nuestra ciudad, la misma que lo recibió y acogió como uno de sus más insignes munícipes.

En este humilde recuerdo y quiero rendir un sencillo homenaje a su memoria, además de exigir a las autoridades que se identifique al malechor culpable de esta lamentable muerte y traducirlo a la justicia. Quiero también destacar la calidad humana de «El Chelito», no sé cuántas generaciones de sanjuaneros (y dominicanos) podemos sentirnos orgullosos de haber compartido momentos de emoción, alegrías infinitas, de grandes satisfacciones y sobre todo de humildes enseñanzas sobre el deporte que siempre amó.

En mi caso particular me quedo con dos gratas e inolvidables experiencias:

Las instructivas e informativas charlas que sobre la historia del béisbol (dominicano y de grandes ligas) mantenía con él cada vez que visitaba su farmacia.

Los sabios consejos y expresiones de ánimo y reconocimiento cuando producíamos un programa deportivo en la Radio y TV de San Juan, y en aquel inolvidable experimento (que sólo duró dos años) de las transmisiones del béisbol de grandes ligas por la radio sanjuanera, y que seguía cada noche.

¡Chelito! tu muerte es un zarpazo en el corazón de la historia deportiva dominicana y deja un espacio vacío en la sociedad sanjuanera, pero no en nuestra memoria.

Siempre,

Edgar Omar Ramírez Read

Jose Cantalapiedra

Valladolid, España

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