Muerte neonatal

Muerte neonatal

SERGIO SARITA VALDEZ
Los muertos, con un fuego congelado que abrasa, laten junto a los vivos de una manera terca. Viene a ocupar el hijo los campos y la casa que tú y yo abandonamos quedándonos muy cerca. Haremos de este hijo generador sustento, y hará de nuestra carne materia decisiva: donde sienten su alma las manos y el aliento las hélices circulen la agricultura viva.  El hará que esta vida no caiga derribada, pedazo desprendido de nuestros dos pedazos, que de nuestras bocas hará una sola espada y dos brazos eternos de nuestros cuatro brazos”.

“Con estos versos que son parte del poema Hijo de la luz y de la sombra de Miguel Hernández, introducimos el tema de los decesos que acontecen durante las cuatro primeras semanas que siguen al nacimiento. La ansiedad, el júbilo y la emoción que provoca la espera por llegada de un deseado y soñado nuevo ser no tiene comparación en la especie humana. Pero, ¡OH, cuanta tristeza, dolor y amargura se siente cuando en vez de un recién nacido sano y hermoso nos encontramos ante la desagradable sorpresa ver un niño defectuoso con deformidades externas e internas que anuncian un pronóstico sombrío, delicado y quizás fatal en lo inmediato!

Dichosas aquellas parejas que hoy tienen acceso a la tecnología moderna con que cuenta la practica obstétrica, ya que de ese modo conocen de antemano el estado de la criatura en gestación, y pueden, anticipadamente, decidir si interrumpir o continuar el embarazo en caso de que el bebé presente alguna anomalía congénita seria. Lamentablemente, para esos que todavía siguen siendo mayoría en el mundo, la mala noticia les llega un poco tarde, es decir, al momento del parto o después. A estos últimos les toca enfrentar una dura realidad cuyos catastróficos resultados nadie desearía experimentar.

Narramos la situación real de una joven pareja dominicana que durante nueve meses albergo las esperanzas de procrear un vástago orgullo de ambos, al cual entregar su amor, cariño y esfuerzo, contribuyendo de esa manera no solamente a reproducir la especie, sino a dejar sembrada una mejor semilla de cuyos frutos la patria se sintiera regocijada en el mañana. Sin embargo, lo que debió ser fiesta se tornó en una desagradable tragedia pues su niño extraído mediante operación cesárea evidenció serios trastornos de salud que incluyeron un marcado sobrepeso, pronunciada dificultad respiratoria, insuficiencia cardiaca, defecto en el paladar, deterioro rápido de sus signos vitales y la muerte tres horas después de infructuosos esfuerzos médicos por salvar la vida del infante.

La autopsia reveló un corazón agrandado que presentó un grave defecto en el lado izquierdo compensado durante la vida intrauterina por una comunicación natural entre el circuito pulmonar y aórtico pero que se agudizó al nacer debido al cierre del llamado conducto arterioso que normalmente cortocircuita la circulación de los pulmones pasando la sangre del tronco de la arteria pulmonar a la arteria aorta.

Dichos defectos pudieron ser detectados durante los dos últimos trimestres de la gestación a través de una sonografía, ofreciéndoles al padre y a la madre las alternativas de lugar. Lo limitado del recurso de las imágenes prenatales impidió que tanto el gineco-obstetra como la familia se enteraran a priori de las anomalías presentes. Los resultados finales son fáciles de adivinar y difíciles de aceptar como ley natural de una sociedad donde la inequidad y la injusticia social es la norma en vez de ser la excepción. Los ingentes esfuerzos desarrollados por las autoridades estatales requieren de más recursos financieros y humanos, y de más tiempo, antes de que veamos convertirse en una realidad el slogan de “Por unos servicios de salud al alcance de todos”.

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