Muertes conceden a Venezuela un triste blasón

Muertes conceden a Venezuela un triste blasón

Si preguntaran qué país de América del sur tiene el peor registro de asesinatos, la mayoría de los observadores probablemente respondan: Colombia. Sin embargo, ahora parece que Venezuela le ha robado el lamentable título de quiebra de récord en homicidios. El país se vio envuelto en un caudal de rencor público la semana pasada con el brote de una serie de asesinatos al estilo de ejecuciones que han subrayado una visión de los locales de que el presidente Hugo Chávez ha perdido el control sobre una espiral del crimen.

Los delitos constituyen un gran problema en las grandes ciudades de América latina y en otras regiones, pero los venezolanos se sienten cada vez más expuestos al cumplimiento de la ley del bajo mundo: los oficiales que dicen que están del lado de los delincuentes, en lugar de combatirlos.

El cardenal Jorge Ulloa, arzobispo de Caracas, demandó en un sermón el pasado fin de semana que el gobierno hiciera más por combatir el crimen, y añadió que las autoridades se equivocaban  al interpretar la irritación pública como protestas políticas contra el gobierno.

“La violencia tiene que parar”, dijo. “No estamos lidiando con una conspiración”.

Cientos de personas salieron a las calles para protestar después que tres hermanos venezolan-canadienses fueron encontrados muertos en un terreno baldío cerca de Caracas, con su chofer. Hombres armados vistiendo uniformes policiales los habían secuestrado hace seis semanas cuando iban a su escuela.

La semana anterior, un empresario italiano muy conocido también fue secuestrado en un bloqueo temporal de caminos por hombres vestidos de policías en las afueras de una ciudad cerca de Caracas, y su cadáver fue encontrado un día más tarde con señales de disparos.

Los crímenes similares cometidos con la aparente complicidad de miembros de la Policía se han vuelto cada vez más comunes en los últimos meses, mientras que aumenta la frecuencia de asesinatos. Las cifras de la Policía muestran que hubo 11,900 homicidios durante  2003, igual al 46.5 por 100,000, la última cifra disponible desde que el gobierno ordenara a la Policía dejar de publicar estadísticas semanales sobre el crimen.

La tasa de homicidios era cerca de 20 por 100,000 en los años 90, pero empezó a dispararse en 2000. Expertos en delitos consideran que la tasa anual de homicidios o se ha mantenido igual desde que tocó un pico en 2003, o puede haber subido.

 “No ha habido política oficial que le haya dado a alguien la sensación de que las tasas del crimen hayan bajado desde entonces”, dijo Marcos Tarre, un experto en seguridad. “En realidad, las encuestas de opinión muestran que la inseguridad es el tema que más preocupa a la gente; más que el desempleo”.

La tasa de delitos fatales de Venezuela supera la de Colombia, donde se cometieron 17,726 asesinatos el año pasado, equivalente a 40.8 por 100,000. La población de Colombia es cerca de 43,4 millones, y la de Venezuela cerca de 25,6 millones. 

La posesión de armas es extensiva en Venezuela, tanto entre los delitos como miembros de la población civil. Cifras recientes muestran que 935 de los homicidios se produjeron con armas de fuego.

Jesse Chacón, el ministro de Interior y Policía, quien es políticamente responsable de la Policía, dijo la semana pasada que se había creado una comisión especial que haría recomendaciones. Pero una causa del problema, dicen los expertos, es el gradual deterioro de las instituciones públicas bajo el gobierno del señor Chávez, que en algunos casos ha favorecido a personas políticamente leales para cargos claves, en lugar de profesionales.

La inquietud política y las protestas han sido un elemento común en Venezuela durante los últimos cinco años, en la medida en que las diferencias entre el gobierno y los grupos de oposición se han volcado en las calles.

 “La crisis política ha afectado las fuerzas de la Policía”, dijo el señor Tarre. “En lugar de mantener la independencia, se han politizado y militarizado. La mayoría de los jefes de la Policía no están en el puesto gracias a una buena carrera profesional, sino porque son políticos leales”.

Mientras tanto, los funcionarios del gobierno venezolano, algunos de los cuales son ex – jefes militares, o militares en activo, también parecen tener afición por las pistolas como solución a la seguridad del país, y los problemas políticos. Venezuela está esperando la entrega de 100,000 fusiles Kalashnikov de Rusia.

El alcalde de Caracas, Juan Barreto, dijo recientemente que más armas se distribuirían liberalmente en los barrios pobres de la ciudad, donde ya muchos de sus residentes acatan un toque de queda no declarado después de ponerse el sol.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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