No podía ser de otra manera, como se demuestra cada Semana Santa, razón por la cual los motoristas volvieron a ser los protagonistas de los accidente fatales en calles, avenidas y carreteras durante los recientes días de asueto, ya que según el informe del Centro de Operaciones de Emergencia (COE) estuvieron involucrados en 187 de los 212 accidentes en ese periodo, en el que fallecieron 32 personas. Ningún motivo para sorprenderse, y mucho menos para espantarse, por esa estadística y lo que significa, pues ya hemos normalizado, como la cosa mas natural del mundo, que a los motoristas no puede controlarlos nadie y que por eso están pagando un precio tan alto por su imprudencia y temeridad, convirtiéndonos de paso en el país que ocupa el segundo lugar en muertes por accidentes de tránsito en el mundo.
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Milton Morrison llegó al Intrant anunciando medidas para meterlos en cintura, empezando por el casco protector que la mayoría no utiliza, pero esos anuncios y las buenas intenciones que los inspiraron se han vuelto sal y agua ante la realidad de un sector demasiado numeroso (se calcula que hay, mal contadas, mas de 3.8 millones de motocicletas registradas) y por lo tanto difícil de regular y controlar, a lo que hay que sumar la indolencia de los agentes de la Digesett, que parecen haber renunciado, por cansancio o impotencia, a cualquier intento de fiscalizarlos.
El ministro de la Presidencia, José Ignacio Paliza, acaba de anunciar que el Gabinete de Transporte del gobierno trabaja en un paquete de medidas, en total son 143, con las que espera mitigar la congestión vehicular en el Gran Santo Domingo, “muchas de las cuales serán disruptivas pero necesarias”. Cuando leí la información de inmediato pensé que alguna o varias de esas medidas deberían estar destinadas a tratar de resolver el problema de los motoristas, pues cuando se habla del caos del tránsito y de accidentes fatales nada puede ser mas necesario y urgente que obligarlos a respetar la ley.