La falta de un acta de nacimiento de familias de hasta cuatro generaciones: bisabuelo, abuelo, padre e hijo, mantiene inmersos a los protagonistas de esa tragedia social en el círculo vicioso de la pobreza, negadora de los derechos humanos fundamentales, como el tener registrado un nombre, el acceso a la educación, a la salud, a la alimentación, a un empleo, a un techo y a otros.
El vía crucis de las personas que no tienen documentos de identidad empieza desde el momento en el que se debe determinar dónde nacieron: si en el hospital, en la casa con una parturienta o en otro país.
Son comunes los testimonios de miles de seres humanos que nacieron en la República Dominicana y que faltan por integrarse con todos los derechos a la vida civil. Viven en carne propia lo que es nacer y no contar para nada ni para nadie.