Muertos en acción, pero no por el enemigo

<p>Muertos en acción, pero no por el enemigo</p>

Por  C.J. CHIVERS
LONDRES.-
De todas las grandes penas que acompañan una guerra, pocas pasan con tan poca atención pública como cuando un miembro de un ejército se mata o se hiere en forma accidental, o a alguno de los suyos.

Se conmemora a los soldados caídos a manos del enemigo. La búsqueda de los desaparecidos puede durar décadas. Los casos de las víctimas civiles son adoptados por sus conciudadanos o sus políticos, que trabajan conjuntamente con socorristas, periodistas y finalmente historiadores para dar cuenta del número de víctimas de las poblaciones atrapadas en el camino de un conflicto.

Los percances dentro de los ejércitos son algo diferente. Es frecuente que los gobiernos y los soldados duden en hablar sobre ello, y por lo general son pocos los testigos disponibles fuera de los círculos militares para sacar estos incidentes a la luz.

Es típico que su costo — tanto en víctimas como en combatientes cuyos errores derraman la sangre de sus hermanos — sólo aparezca en el discurso público cuando un percance es tan espectacular o las circunstancias tan inusuales que exige atención. Tal fue el caso del cabo Pat Tillman, el ex jugador de la NFL que fue muerto por sus compañeros de las tropas de asalto en Afganistán en 2004, una muerte que en un principio el ejército atribuyó a una acción enemiga.

Las condiciones para el debate público se conjuntaron de nuevo este mes por la filtración a The Sun, el periódico británico, de videocintas grabadas en la cabina de un avión estadounidense de combate en 2003.

La cinta muestra la confusión y después la angustia de dos pilotos de la Guardia Nacional de Idaho que atacaron un vehículo blindado británico cerca de Basora, Irak. Este ataque erróneo, calificado eufemísticamente como un «combate azul sobre azul», mató al cabo Matty Hull de 25 años.

Dado que varios periódicos londinenses avivaron la indignación, el público británico reaccionó con enojo a este acercamiento reciente a las metidas de pata del ejército. «La guerra en su mayor estupidez», concluye un titular de The Guardian. No obstante, ni la muerte de Hull ni la desesperación de los pilotos hicieron que este caso fuera extraordinario. Fue la publicidad.

La guerra siempre ha ido acompañada de errores sin sentido y sangrientos. La guerra siempre será así. Sin embargo el fratricidio no es un tema aceptable. Los gobiernos prefieren celebrar las virtudes de quienes son enviados armados y preparados para el combate. La imaginación popular con frecuencia sigue la posición oficial centrándose en la guerra como un telón de fondo para el valor, el sacrificio, el compromiso y la habilidad, una actividad que puede tener un propósito y un significado, y ser un crisol para el carácter.

Todo eso es verdad. Sin embargo, los veteranos del combate saben algo más a detalle. Ir a la guerra es entrar a una lotería amplia e indiferente, una en la que por cada soldado cuyas propias acciones determinarán su destino, habrá otros — como Tillman — cuyas vidas no estarán en sus propias manos. Los riesgos, como las promesas de ayuda y protección, pueden provenir del hombre a la izquierda o a la derecha.

Hace 40 años en Vietnam, un capitán del ejército preparó un documento que proporcionaba una mirada a estos hechos desalentadores e ineludibles. En respuesta a la solicitud de otros cuarteles, compiló una lista de percances con armas pequeñas en los que murieron o resultaron heridos soldados estadounidenses en los primeros seis meses de 1967.

El registro que envió a Estados Unidos de 353 incidentes en 172 días, en los que murieron o resultaron heridos 398 soldados, es un catálogo del derramamiento de sangre fratricida o autoinflingido, causado por errores, negligencia, agotamiento, pánico, juegos violentos, iluminación deficiente, vegetación densa, falta de atención, equipo defectuoso, entrenamiento deficiente, estupidez, mala suerte o alguna combinación de lo anterior.

Al igual que la cinta de la cabina de la Guardia Nacional, el informe se clasificó como secreto. Sin embargo, finalmente el trabajo del capitán encontró su camino al Archivo Nacional y Registros Administrativos de Estados Unidos, donde con el tiempo se convirtió en público, un artefacto accidental de uno de los elementos de la guerra de los que no se habla con frecuencia.

Donde el informe encaja en el contexto más amplio del denominado con poca elegancia «fuego amigo» en Vietnam no resulta claro a primera vista. No revela si todas estas víctimas eran del ejército o de otros servicios también. No proporciona elementos para saber cómo muchos miembros del servicio fueron muertos por otras municiones estadounidenses, en ataques aéreos accidentales, por ejemplo, o colocar mal los morteros y los disparos de artillería.

Existen aspectos implícitos del informe que hacen que sean imprecisas las comparaciones directas con las guerras actuales en Afganistán e Irak. En 1967, el ejército estadounidense en Vietnam era una fuerza en gran medida de conscriptos, a diferencia del servicio militar voluntario de la generación actual. En 1967, el ejército también distribuía un rifle automático nuevo en la escena, el M-16A1 que los soldados apenas si habían utilizado en el entrenamiento.

Más aún, las tropas estadounidenses tienen prohibido ingerir bebidas alcohólicas en Irak y Afganistán, y se ha estigmatizado el uso de drogas ilícitas, y se castiga en las filas desde los años ochenta. En Vietnam, el alcohol estaba disponible, y no se perseguía la drogadicción con análisis de orina. Estos inhibidores del juicio, el estado de alerta y la destreza ampliaron los peligros de ser soldado allá.

Sin embargo, con todo, el registro proporciona una mirada amplia y escalofriante a uno de los rincones más oscuros de la guerra. Y describe una fuerza impávida que ha seguido a los combatientes a la batalla desde que los palos y las piedras eran misiles, y ha seguido el paso de cada avance en el armamento, el entrenamiento y el control del fuego. Desde la muerte del general Stonewall Jackson, el virtuoso en el campo de batalla de la Confederación quien recibió tres disparos de sus propios piquetes en Chancellorsville, quizás alterando el curso de la guerra civil, hasta el final abrasador de Hull, no han cesado tales pérdidas vacías. Nunca pasará eso, aunque estas palabras no pueden ser un bálsamo para el dolor de la viuda de Hull.

En qué proporción suceden hoy en día percances similares es una cuestión que no se responde con prontitud.

El público conoce otros incidentes de fuego amigo y otro tipo de percances, pero el manejo tan poco comunicativo que el Pentágono hace de la información sobre los heridos, y las declaraciones públicas con frecuencia vagas sobre las muertes, hacen que un conteo total desde fuera sea imposible.

Michael S. White, fundador de www.icasualties.org, un sito en la Red que trata de llevar un registro de las bajas en Irak y Afganistán, dijo que los archivos públicos disponibles muestran 219 víctimas mortales militares estadounidenses en Irak y Afganistán cuya muerte no fue causada por acción hostil, y aparentemente tampoco por enfermedades ni accidentes automotrices o de aviación. Casi la mitad de ellas son por lo que el Pentágono ha calificado como «causas no especificadas», pero al menos 85 fueron por descarga de armas no hostiles ni percances con artillería, según datos recopilados por White.

(También hay siete homicidios y al menos seis suicidios; es probable que la cantidad de suicidios fuera mucho más elevada si el registro del ejército fuera más detallado, dijo White.)

Sin embargo, estos archivos están incompletos, y prácticamente no hay elementos para comprender la cantidad de personal militar que ha sido herido, no muerto, por acciones estadounidenses o de la coalición. También es imposible medir las inevitables heridas accidentales por balas o esquirlas con los datos públicamente disponibles que ocurren durante los tiroteos, que históricamente son el tipo de situaciones rápidas, confusas, por las que ocurren los percances. Por la evidencia del dominio público, los números en bruto parecen más reducidos que los de Vietnam, pero «sin duda alguna que la cantidad es mayor de la que se conoce», dijo White.

Algún día los archivos nos podrán decir lo que hoy sólo podemos saber por aproximación. Por ahora, sólo tenemos elementos ocasionales como las videocintas en Gran Bretaña, y el conocimiento de que persiste el fenómeno perenne de soldados que hieren a los suyos.

Cualquiera que haya servido en una unidad de combate moderna ha escuchado la advertencia inexpresiva. El fuego amigo, reza, no lo es.

UNA MUESTRA DE PERCANCES CON ARMAS PEQUEÑAS EN VIETNAM DURANTE SEIS MESES
A continuación se presentan extractos de un informe del ejército sobre percances con armas pequeñas en Vietnam, del 1 de enero al 20 de junio de 1967, como informó la oficina administrativa del ejército estadounidense en Vietnam al jefe del ejército estadounidense en el Pacífico.

El informe de la oficina administrativa proporciona una explicación breve de cada uno de los 353 percances sucedidos con rifles, pistolas, ametralladoras y granadas estadounidenses que resultaron en lesiones de miembros del servicio estadounidense en 172 días. No incluye bombas errantes, ni artillería, ni fuego de morteros, ni tampoco heridas causadas por minas estadounidenses.

En conjunto, 68 miembros del ejército fueron muertos y 330, heridos, de acuerdo con el informe. Se reproduce una muestra de estos percances a continuación. El reporte del ejército no incluye los nombres de unidades ni personas, así como tampoco las fechas ni ubicación de los incidentes que se describen. El registro está en un archivo en el Archivo Nacional y Registros Administrativos en College Park, Maryland.

— C.J. CHIVERS
Tres heridos en acción cuando se disparó el rifle M16 al quedar atrapado el gatillo en una rama. El arma estaba en automático.

Un muerto en acción por ametralladora calibre .50 atrapada en una enredadera que giró en el tripié y se disparó.

Un muerto en acción, un herido en acción por una granada de mano cuando el seguro se atoró en una rama y provocó su detonación.

Un muerto en acción, tres heridos en acción cuando la vegetación densa jaló el seguro de una granada de mano.

Un herido en acción cuando el gatillo de un rifle M16 se atoró en los arbustos.

Dos heridos en acción cuando una unidad de búsqueda en misión de destrucción disparó hacia la orilla un lanza granadas M79 desde una embarcación en movimiento.

Un herido en acción cuando le dio el rebote del fuego de un rifle M16 durante una pelea de fuego amigo.

Dos muertos en acción, dos heridos en acción cuando los hombres custodiaban un tanque y dispararon con ametralladora M60 contra tropas amigas bajo fuego.

Un muerto en acción cuando un hombre no pudo nadar durante una operación de cruce de un río y un helicóptero amigo confundió la unidad por una fuerza enemiga y disparó con ametralladora M60. El hombre sintió pánico y se sumergió. No se ha encontrado el cuerpo.

Un muerto en acción por arma desconocida cuando una patrulla de emboscada fue emboscada por otra.

Un herido en acción por arma desconocida cuando el líder de la patrulla no notificó a los guardias del perímetro que ese individuo retornaba de una patrulla.

Un herido en acción cuando dispararon con un rifle M16 contra el líder del pelotón mientras revisaba posiciones de emboscada. No respondió el llamado.

Un muerto en acción con un rifle M16 al confundírsele con un infiltrado hostil.

Un muerto en acción con un rifle M16 cuando la víctima revisaba posiciones y el guardia le disparó por confundirlo con fuerzas enemigas.

Un herido en acción con rifle M16. El hombre estaba dormido y cuando despertó golpeó el arma y se disparó.

Un herido en acción con arma desconocida cuando el sargento de guardia lo confundió con fuerza hostil.

Un herido en acción cuando un guardia nervioso disparó su rifle M16 contra el hombre que revisaba las guardias.

Un herido en acción cuando cargaba su rifle M16.

Dos heridos en acción cuando un hombre trataba de descargar su pistola semiautomática calibre .45.

Un herido en acción cuando descargaba una ametralladora M60.

Un muerto en acción cuando descargaba su rifle M16.

Un herido en acción cuando descargaba una ametrallador M60 y accidentalmente le dio a un hombre que dormía cerca.

Un herido en acción se tropezó y se disparó con su rifle M16 cuando estaba patrullando.

Un herido en acción cuando el rifle M16 de un hombre se disparó por no tener el seguro puesto hiriendo a otro hombre.

Un herido en acción cuando el disparador de un lanza granadas M79 se atoró en la pierna del pantalón hiriendo al soldado.

Un herido en acción cuando un hombre en misión de búsqueda y destrucción se resbaló en el lodo y su rifle M16 se disparó hiriéndolo.

 

PIE

Soldados estadounidenses e iraquíes patrullan una calle en el centro de Bagdad, Irak. AP

 

THE NEW YORK TIMES

 

Muertos en acción, pero no por el enemigo

Por  C.J. CHIVERS

 

LONDRES.- De todas las grandes penas que acompañan una guerra, pocas pasan con tan poca atención pública como cuando un miembro de un ejército se mata o se hiere en forma accidental, o a alguno de los suyos.

Se conmemora a los soldados caídos a manos del enemigo. La búsqueda de los desaparecidos puede durar décadas. Los casos de las víctimas civiles son adoptados por sus conciudadanos o sus políticos, que trabajan conjuntamente con socorristas, periodistas y finalmente historiadores para dar cuenta del número de víctimas de las poblaciones atrapadas en el camino de un conflicto.

Los percances dentro de los ejércitos son algo diferente. Es frecuente que los gobiernos y los soldados duden en hablar sobre ello, y por lo general son pocos los testigos disponibles fuera de los círculos militares para sacar estos incidentes a la luz.

Es típico que su costo — tanto en víctimas como en combatientes cuyos errores derraman la sangre de sus hermanos — sólo aparezca en el discurso público cuando un percance es tan espectacular o las circunstancias tan inusuales que exige atención. Tal fue el caso del cabo Pat Tillman, el ex jugador de la NFL que fue muerto por sus compañeros de las tropas de asalto en Afganistán en 2004, una muerte que en un principio el ejército atribuyó a una acción enemiga.

Las condiciones para el debate público se conjuntaron de nuevo este mes por la filtración a The Sun, el periódico británico, de videocintas grabadas en la cabina de un avión estadounidense de combate en 2003.

La cinta muestra la confusión y después la angustia de dos pilotos de la Guardia Nacional de Idaho que atacaron un vehículo blindado británico cerca de Basora, Irak. Este ataque erróneo, calificado eufemísticamente como un «combate azul sobre azul», mató al cabo Matty Hull de 25 años.

Dado que varios periódicos londinenses avivaron la indignación, el público británico reaccionó con enojo a este acercamiento reciente a las metidas de pata del ejército. «La guerra en su mayor estupidez», concluye un titular de The Guardian. No obstante, ni la muerte de Hull ni la desesperación de los pilotos hicieron que este caso fuera extraordinario. Fue la publicidad.

La guerra siempre ha ido acompañada de errores sin sentido y sangrientos. La guerra siempre será así. Sin embargo el fratricidio no es un tema aceptable. Los gobiernos prefieren celebrar las virtudes de quienes son enviados armados y preparados para el combate. La imaginación popular con frecuencia sigue la posición oficial centrándose en la guerra como un telón de fondo para el valor, el sacrificio, el compromiso y la habilidad, una actividad que puede tener un propósito y un significado, y ser un crisol para el carácter.

Todo eso es verdad. Sin embargo, los veteranos del combate saben algo más a detalle. Ir a la guerra es entrar a una lotería amplia e indiferente, una en la que por cada soldado cuyas propias acciones determinarán su destino, habrá otros — como Tillman — cuyas vidas no estarán en sus propias manos. Los riesgos, como las promesas de ayuda y protección, pueden provenir del hombre a la izquierda o a la derecha.

Hace 40 años en Vietnam, un capitán del ejército preparó un documento que proporcionaba una mirada a estos hechos desalentadores e ineludibles. En respuesta a la solicitud de otros cuarteles, compiló una lista de percances con armas pequeñas en los que murieron o resultaron heridos soldados estadounidenses en los primeros seis meses de 1967.

El registro que envió a Estados Unidos de 353 incidentes en 172 días, en los que murieron o resultaron heridos 398 soldados, es un catálogo del derramamiento de sangre fratricida o autoinflingido, causado por errores, negligencia, agotamiento, pánico, juegos violentos, iluminación deficiente, vegetación densa, falta de atención, equipo defectuoso, entrenamiento deficiente, estupidez, mala suerte o alguna combinación de lo anterior.

Al igual que la cinta de la cabina de la Guardia Nacional, el informe se clasificó como secreto. Sin embargo, finalmente el trabajo del capitán encontró su camino al Archivo Nacional y Registros Administrativos de Estados Unidos, donde con el tiempo se convirtió en público, un artefacto accidental de uno de los elementos de la guerra de los que no se habla con frecuencia.

Donde el informe encaja en el contexto más amplio del denominado con poca elegancia «fuego amigo» en Vietnam no resulta claro a primera vista. No revela si todas estas víctimas eran del ejército o de otros servicios también. No proporciona elementos para saber cómo muchos miembros del servicio fueron muertos por otras municiones estadounidenses, en ataques aéreos accidentales, por ejemplo, o colocar mal los morteros y los disparos de artillería.

Existen aspectos implícitos del informe que hacen que sean imprecisas las comparaciones directas con las guerras actuales en Afganistán e Irak. En 1967, el ejército estadounidense en Vietnam era una fuerza en gran medida de conscriptos, a diferencia del servicio militar voluntario de la generación actual. En 1967, el ejército también distribuía un rifle automático nuevo en la escena, el M-16A1 que los soldados apenas si habían utilizado en el entrenamiento.

Más aún, las tropas estadounidenses tienen prohibido ingerir bebidas alcohólicas en Irak y Afganistán, y se ha estigmatizado el uso de drogas ilícitas, y se castiga en las filas desde los años ochenta. En Vietnam, el alcohol estaba disponible, y no se perseguía la drogadicción con análisis de orina. Estos inhibidores del juicio, el estado de alerta y la destreza ampliaron los peligros de ser soldado allá.

Sin embargo, con todo, el registro proporciona una mirada amplia y escalofriante a uno de los rincones más oscuros de la guerra. Y describe una fuerza impávida que ha seguido a los combatientes a la batalla desde que los palos y las piedras eran misiles, y ha seguido el paso de cada avance en el armamento, el entrenamiento y el control del fuego. Desde la muerte del general Stonewall Jackson, el virtuoso en el campo de batalla de la Confederación quien recibió tres disparos de sus propios piquetes en Chancellorsville, quizás alterando el curso de la guerra civil, hasta el final abrasador de Hull, no han cesado tales pérdidas vacías. Nunca pasará eso, aunque estas palabras no pueden ser un bálsamo para el dolor de la viuda de Hull.

En qué proporción suceden hoy en día percances similares es una cuestión que no se responde con prontitud.

El público conoce otros incidentes de fuego amigo y otro tipo de percances, pero el manejo tan poco comunicativo que el Pentágono hace de la información sobre los heridos, y las declaraciones públicas con frecuencia vagas sobre las muertes, hacen que un conteo total desde fuera sea imposible.

Michael S. White, fundador de www.icasualties.org, un sito en la Red que trata de llevar un registro de las bajas en Irak y Afganistán, dijo que los archivos públicos disponibles muestran 219 víctimas mortales militares estadounidenses en Irak y Afganistán cuya muerte no fue causada por acción hostil, y aparentemente tampoco por enfermedades ni accidentes automotrices o de aviación. Casi la mitad de ellas son por lo que el Pentágono ha calificado como «causas no especificadas», pero al menos 85 fueron por descarga de armas no hostiles ni percances con artillería, según datos recopilados por White.

(También hay siete homicidios y al menos seis suicidios; es probable que la cantidad de suicidios fuera mucho más elevada si el registro del ejército fuera más detallado, dijo White.)

Sin embargo, estos archivos están incompletos, y prácticamente no hay elementos para comprender la cantidad de personal militar que ha sido herido, no muerto, por acciones estadounidenses o de la coalición. También es imposible medir las inevitables heridas accidentales por balas o esquirlas con los datos públicamente disponibles que ocurren durante los tiroteos, que históricamente son el tipo de situaciones rápidas, confusas, por las que ocurren los percances. Por la evidencia del dominio público, los números en bruto parecen más reducidos que los de Vietnam, pero «sin duda alguna que la cantidad es mayor de la que se conoce», dijo White.

Algún día los archivos nos podrán decir lo que hoy sólo podemos saber por aproximación. Por ahora, sólo tenemos elementos ocasionales como las videocintas en Gran Bretaña, y el conocimiento de que persiste el fenómeno perenne de soldados que hieren a los suyos.

Cualquiera que haya servido en una unidad de combate moderna ha escuchado la advertencia inexpresiva. El fuego amigo, reza, no lo es.

 

UNA MUESTRA DE PERCANCES CON ARMAS PEQUEÑAS EN VIETNAM DURANTE SEIS MESES

A continuación se presentan extractos de un informe del ejército sobre percances con armas pequeñas en Vietnam, del 1 de enero al 20 de junio de 1967, como informó la oficina administrativa del ejército estadounidense en Vietnam al jefe del ejército estadounidense en el Pacífico.

El informe de la oficina administrativa proporciona una explicación breve de cada uno de los 353 percances sucedidos con rifles, pistolas, ametralladoras y granadas estadounidenses que resultaron en lesiones de miembros del servicio estadounidense en 172 días. No incluye bombas errantes, ni artillería, ni fuego de morteros, ni tampoco heridas causadas por minas estadounidenses.

En conjunto, 68 miembros del ejército fueron muertos y 330, heridos, de acuerdo con el informe. Se reproduce una muestra de estos percances a continuación. El reporte del ejército no incluye los nombres de unidades ni personas, así como tampoco las fechas ni ubicación de los incidentes que se describen. El registro está en un archivo en el Archivo Nacional y Registros Administrativos en College Park, Maryland.

 

— C.J. CHIVERS

Tres heridos en acción cuando se disparó el rifle M16 al quedar atrapado el gatillo en una rama. El arma estaba en automático.

Un muerto en acción por ametralladora calibre .50 atrapada en una enredadera que giró en el tripié y se disparó.

Un muerto en acción, un herido en acción por una granada de mano cuando el seguro se atoró en una rama y provocó su detonación.

Un muerto en acción, tres heridos en acción cuando la vegetación densa jaló el seguro de una granada de mano.

Un herido en acción cuando el gatillo de un rifle M16 se atoró en los arbustos.

Dos heridos en acción cuando una unidad de búsqueda en misión de destrucción disparó hacia la orilla un lanza granadas M79 desde una embarcación en movimiento.

Un herido en acción cuando le dio el rebote del fuego de un rifle M16 durante una pelea de fuego amigo.

Dos muertos en acción, dos heridos en acción cuando los hombres custodiaban un tanque y dispararon con ametralladora M60 contra tropas amigas bajo fuego.

Un muerto en acción cuando un hombre no pudo nadar durante una operación de cruce de un río y un helicóptero amigo confundió la unidad por una fuerza enemiga y disparó con ametralladora M60. El hombre sintió pánico y se sumergió. No se ha encontrado el cuerpo.

Un muerto en acción por arma desconocida cuando una patrulla de emboscada fue emboscada por otra.

Un herido en acción por arma desconocida cuando el líder de la patrulla no notificó a los guardias del perímetro que ese individuo retornaba de una patrulla.

Un herido en acción cuando dispararon con un rifle M16 contra el líder del pelotón mientras revisaba posiciones de emboscada. No respondió el llamado.

Un muerto en acción con un rifle M16 al confundírsele con un infiltrado hostil.

Un muerto en acción con un rifle M16 cuando la víctima revisaba posiciones y el guardia le disparó por confundirlo con fuerzas enemigas.

Un herido en acción con rifle M16. El hombre estaba dormido y cuando despertó golpeó el arma y se disparó.

Un herido en acción con arma desconocida cuando el sargento de guardia lo confundió con fuerza hostil.

Un herido en acción cuando un guardia nervioso disparó su rifle M16 contra el hombre que revisaba las guardias.

Un herido en acción cuando cargaba su rifle M16.

Dos heridos en acción cuando un hombre trataba de descargar su pistola semiautomática calibre .45.

Un herido en acción cuando descargaba una ametralladora M60.

Un muerto en acción cuando descargaba su rifle M16.

Un herido en acción cuando descargaba una ametrallador M60 y accidentalmente le dio a un hombre que dormía cerca.

Un herido en acción se tropezó y se disparó con su rifle M16 cuando estaba patrullando.

Un herido en acción cuando el rifle M16 de un hombre se disparó por no tener el seguro puesto hiriendo a otro hombre.

Un herido en acción cuando el disparador de un lanza granadas M79 se atoró en la pierna del pantalón hiriendo al soldado.

Un herido en acción cuando un hombre en misión de búsqueda y destrucción se resbaló en el lodo y su rifle M16 se disparó hiriéndolo.

 

PIE

Soldados estadounidenses e iraquíes patrullan una calle en el centro de Bagdad, Irak. AP

 

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