Muertos que hablan con estadísticas

Muertos que hablan con estadísticas

John Donne fue un británico nacido a finales del siglo XVI que vivió 59 años como poeta, abogado y sacerdote. A la edad de 52 años hizo una gravedad que lo puso al borde de la muerte, episodio que sirvió de pie de amigo para su libro “Devociones para ocasiones de emergencia”.

La meditación XVII de dicha obra sirvió de introducción a una afamada novela de Ernest  Hemingway titulada “Por quién doblan las Campanas”.

El párrafo inicial dice: “Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia;  la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti”.  Esa profunda reflexión humanista, bellamente expresada en lenguaje poético,  y siglos antes simplificada por Publio Terencio con la frase “Nada humano me es ajeno”, ha sido compañera inseparable en mi línea de pensamiento, cada vez que enfrento un cadáver.

Por eso miro con un dejo de tristeza las estadísticas del Instituto Nacional de Patología Forense, que día a día, semana tras semana y todos los meses hemos venido monitoreando por ocho años consecutivos.

En octubre de 2012 se contabilizó un total de 195 autopsias, de las cuales 132 correspondieron a muertes violentas, y de éstas últimas el 67% fueron homicidios.

En octubre de 2011 se habían registrado 187 autopsias con 129 fallecimientos violentos y un 75% de homicidios. Se generaron cinco defunciones causadas por disparo, por cada deceso de arma blanca. La inmensa mayoría fueron jóvenes masculinos, especialmente cuando se trataba de armas de fuego; solo una que otra mujer fue víctima por arma blanca.

La parte oriental de Santo Domingo y la occidental se repartieron igual número de casos, en tanto que una menor proporción vino de Haina y San Cristóbal. ¿Cuáles fueron las circunstancias en que sucedieron estas muertes? Riñas, asaltos y encuentros con autoridades policiales, en tanto que una cifra mayor ocurrió en circunstancias desconocidas o no aclaradas. ¿Hay acaso un común denominador en estas fatalidades? Se trata de una pléyade juvenil con poca escolaridad, desempleada y dada a la calle y a los vicios. Con frecuencia los padres ignoran las actividades que realizan sus hijos durante el día y desconocen a donde van en las noches.

Supe de una madre que entendía que su vástago llevaba cinco días chiripeando, cuando la amarga realidad era que el cuerpo sin vida yacía en la fría morgue forense.

Puesto que no soy, ni tengo complejo de Pilato, cada mañana repito con John Donne: “la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad”.      

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