“Por cada hombre que trabaja duro, hay decenas de mujeres que envejecen más rápido porque llevan la cruz pesada. Basta un ejemplo: donde no hay agua, muchas niñas, jóvenes y mujeres tienen que meterle el hombro a la cruz del agua; balanceando sus latas en la cabeza, les cruzan por el lado a hombres tan fuertes como indiferentes”. Así interpretó el padre Manuel Maza Miguel la vida de sacrificio de la mujer dominicana, condenada por el  machismo.

El  profesor de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMMA) y del Instituto Filosófico Pedro Francisco Bonó  lamentó que la responsabilidad de la mujer la obligue a llevar una vida de tantos sacrificios.

Mientras comentaba la Segunda Palabra de Jesús en el calvario: “Mujer, ahí tienes a tu hijo; hijo ahí tienes a tu madre”, Maza Miguel valoró  el significado de María en el camino de la fe, la esperanza y el amor de su hijo.

 Comparó el martirio de la madre de Jesús con las mujeres dominicanas que “limpian el rancho y la casita; lavan mil veces la misma ropa y los mismos trapos, que colgarán al viento como banderas desafiantes de una soñada república femenina con dignidad y consideración”.

Hizo una similitud entre María al frente de la cruz de Jesús y las Marías trasnochadas que de mañana hacen fila en el hospital con su hijo en brazo, para conseguir un turno.

Mujer amantó haitianos. En una de las tres lecciones que relató de la importancia de las mujeres en el desarrollo de la vida y el sostenimiento del hogar, el sacerdote investigador reconoció la abnegación de Sonia Marmolejos, la dominicana que se trasladó al hospital doctor Darío Contreras, para amamantar a  niños haitianos, víctimas del terremoto que azotó a su país, el 12 de enero.

Ante cientos de devotos que colmaron la Catedral Primada el Viernes Santo, en su mayoría mujeres, el sacerdote jesuita resaltó el caudal de solidaridad de las madres dominicanas.