Esta ciega. Padece de una úlcera en la pierna izquierda desde hace 25 años. Necesitada de ayuda y a merced de los vecinos vive doña Francisca García, a sus 76 años, en una humilde casa de madera en el sector Jarro Sucio del ensanche Quisqueya.

La mujer, muy conocida como La Chora en esta barriada de la Capital, donde la describen como una persona afable, habita en una vivienda con techo de zinc, y cuando llueve, se le moja.

Ya casi no camina. Con una silla de ruedas que le cedió su parienta Lusiana García, quien la atiende, cuando puede suelen sacarla al patio, pero no siempre, porque todos tienen sus ocupaciones.

El caso de esta madre de cinco hijos, de los que quedan tres vivos, es un drama en este tramo de la calle José Brea Peña y Max Henríquez Ureña.

Lusiana y Rosario García, otra vecina y familia lejana que la socorre, explican que a La Chora se le murieron sus dos hijas, una falleció de un cáncer y otra de tuberculosis. Señalan que sus tres hijos vivos no la pueden atender debido a que uno está preso en la cárcel de La Victoria (a donde ha ido varias veces). Otro de sus hijos no trabaja y el que tiene empleo gana muy poco dinero y tiene la responsabilidad de criar a sus tres hijos. La Chora come por la gracia de los vecinos, también pobres.