Para muchos, la mujer ha sido, es y será la musa predilecta para sus emotivas y delicadas creaciones. Su figura, forma de ser o pensar, así como sus deseos más intrínsecos, son detalles que se convierten en el botón que enciende la inspiración de muchos (hombres y mujeres) a la largo de la historia.
Poetas, pintores, escultores y artistas en sentido general, se han dejado seducir por la belleza femenina para llevar a cabo sus más grandes e interesantes obras de arte.
La figura femenina ha dado vida a emocionantes historias que han acaparado la atención no solo de hombres, sino también de otras mujeres.
No es para nadie un secreto que detrás del lienzo de las obras de arte, entre las líneas que dan rienda suelta a la poesía o en la forma de la madera tallada de cualquier escultor, es muy probable que el sentimiento hacia alguna mujer haya rondado muy cerca.
En esta edición especial del Día Internacional de la Mujer, y como un homenaje a la dominicana, el pintor Óscar Abreu nos pinta su concepto sobre la mujer; el poeta y ensayista José Mármol nos describe en poesía a la mujer y el historiador Juan Daniel Balcácer nos habla de la mujer a través de la historia.
La mujer dominicana a través de la historia
Para el reputado historiador y ensayista Juan Daniel Balcácer, la percepción de los dominicanos respecto al rol de la mujer en la sociedad ha ido evolucionando de conformidad con los avances experimentados por la nación a lo largo de 174 años de vida independiente. Balcácer sostiene que a pesar de que en el proceso de independencia hubo un reducido grupo de mujeres que formaron parte de la rama femenina de La Trinitaria, fue después de la guerra restauradora cuando, al menos en el plano intelectual, surgió una generación femenina de digna recordación, como el caso de la poetisa Salomé Ureña, quien además fundó el Instituto de Señoritas bajo la orientación del maestro Eugenio María de Hostos. “El rol de la mujer entonces era percibido, a escala mundial, como la contraparte doméstica del hombre, que solo tenía por misión ocuparse del hogar y de la formación de los hijos. Gradualmente, en nuestro país la mujer fue incorporándose a labores docentes en las escuelas y, a partir de 1942, en plena dictadura trujillista, se le reconoció el derecho al voto”, relata el historiador.
Agrega que es de justicia consignar que la mujer, en tanto que madre, esposa o hija, supo resistir estoicamente la represión y excesos de la tiranía trujillista, que llevó crespones de luto a numerosos hogares dominicanos.
Balcácer precisa que es evidente que después de ajusticiado el dictador Trujillo, y en la medida en que la sociedad dominicana transitaba de un modelo autoritario a uno democrático, el papel de la mujer comenzó a cambiar de manera sostenida hasta lograr una participación verdaderamente admirable en todos los ámbitos de la sociedad.
“Es bueno recordar que, en el plano del activismo político, durante la guerra de abril de 1965 la mujer tuvo una participación notable y de una singular entereza patriótica. Poco después de la guerra patria, se vio a muchas jóvenes participar en los partidos políticos de izquierda y desempeñar un papel importante en el desarrollo del movimiento feminista en el país”, señala.
El actual presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias indica que con una población de más de diez millones de habitantes, las cifras estadísticas dan cuenta de que el 51 % es femenino. La mujer dominicana desempeña hoy un rol de primer orden en nuestra sociedad, a pesar de que aún persisten reminiscencias de esquemas anticuados de valoración social, reveladores de que en algunos segmentos de la población masculina todavía se manifiestan prejuicios contra ella.
Sin embargo, “es innegable que cada vez más, la mujer ocupa lugares cimeros en la sociedad: en el sistema educativo, la industria, los negocios, en el sistema jurídico, el legislativo y también en el ejecutivo… y ya hemos tenido dos vicepresidentas de la República”.
Expresa que nuestro país no puede sustraerse a las tendencias mundiales y, en términos generales, la mujer dominicana es cada día mucho mejor valorada y apreciada por sus cualidades humanas y profesionales, logrando una participación equitativa en la toma de decisiones en todas las instancias de la sociedad (a pesar de que en el ámbito político todavía falta que se le reconozca el derecho a una mayor cuota participativa).
“A mi modo de ver, en términos de superación colectiva, material y espiritual, ya nada puede materializarse en la sociedad dominicana sin la participación y contribución de la mujer”, concluye el historiador.
La mujer desde la perspectiva de un pintor
Para el joven pintor dominicano Óscar Abreu, la mujer siempre ha sido su fuente de inspiración. El también escultor y coleccionista de arte es el creador del concepto artístico conocido como psico-expresionismo, inspirado en la complejidad de la memoria y la psicología humana y, sobre todo, en el impacto de lo que ocurre a nuestro alrededor en la psique. En su última obra, “Flashback”, realizada en la técnica mixta sobre canvas, el pintor representa a una mujer que lucha por su felicidad personal y al mismo tiempo por alcanzar el éxito en estos tiempos tan competitivos y prácticamente dominados por los hombres. Presenta también cómo el entorno poco a poco la arropa casi haciéndola desaparecer y lo único que queda es la esencia de sus recuerdos y sus moñitos. Abreu entiende que el papel de la mujer en la sociedad actual ha ido evolucionando y transformándose por ideales que buscan la igualdad de responsabilidades y derechos. Son muchas las mujeres que buscan tener mayor incidencia en la vida política, social y cultural; buscan ir más allá del rol familiar que se vivía en tiempos recientes, en el que la mujer era la encargada del cuidado de los hijos y del hogar, y sólo en caso de un muy mal estado económico familiar, se empleaba fuera del hogar. A su entender ese modelo es más estable para el equilibrio de las familias y la sociedad, a las que ve muy descompuestas en estos tiempos modernos en los que los matrimonios no duran y el respeto es un asunto del pasado. El artista plástico cuenta que sus primeras experiencias con el arte se dieron cuando apenas era un niño y vivía en casa de sus abuelos en el campo. Recuerda que allí disfrutaba trazar líneas de forma intuitiva con sus dedos, y a veces usando palos o ramas de los árboles, además creaba figuras con barro en la tierra recién humedecida por la lluvia. Su compromiso con el arte inició cuando su madre, desde España, busca un nuevo lugar para él, dejándolo bajo la supervisión del profesor Frank Vargas, a quien le pagaban para que le cuidara. La familia Vargas vivía a una cuadra de la Escuela de Bellas Artes, en San Juan de la Maguana. En Bellas Artes, movido por la curiosidad de conocer todas las actividades que se desarrollaban en el local, conoció al escultor dominicano José Nicolás Jiménez, director de esa escuela en la que dio inicio su educación artística formal.
Al nombre de una mujer
Tu cuerpo es un deseo de ti por todas partes. Tu cuerpo es un imán tensando mis rodillas. Eternidad de un día desde la que borracho de urgencias me disuelvo. Fugacidad con brazos para estrecharme a un fuego. Tu cuerpo es una flor brotando de un espejo. Un temor con esperma recogido en el vientre. La pelvis, una playa que agrupa un mar de besos. Tu cuerpo es un recuerdo que no tiene pasado. Permanencia del agua en racimos de unas horas. Tu cuerpo es la noche con su nada redonda. El sonido. El metal. La soledad. La campana que hincha la neblina sobre las viejas piedras de la catedral. Tu cuerpo es un deseo de ti por todo el tiempo. Escasos los dedos. Tremendos los ojos y unas ingles llanas de las que crecen nubes. Tu cuerpo es un deseo de ti por todo sitio. Tu cuerpo es una danza de ti si el piano flota. Tu cuerpo es un reclamo de amor en cada gesto. Tu cuerpo es un deseo de ti por todas partes.
Mujer tatuada
No supe jamás de la carne de sus letras. Ni del tono con que un pájaro habitaba sus quejidos. Ni del viento recorriendo las murallas de la ciudad perdida en otra ciudad más joven. No supe del nombre que otorgaban a los huesos y palabras surcadores de sus días. Ni el lugar impreciso de los dedos. Ni la huella dormida en la memoria de algún pie. El color. El sabor increíble de su voz. Hubo demasiados repentinos deseos en breve momento para el cieno devenido. No supe jamás del temblor de su mirada. La dimensión. El talle de las aguas y sus bosques. No tuve una llama para prender su olvido. Yo no tuve jamás que recordar su asomo. Porque todo lo húmedo de aquello es mi pensar. Porque mi pensamiento unge mi poesía. Porque solo hay recuerdo después de algún olvido. Yo no tuve forma de reunirla en mis palabras. Yo no pude su fuego apagar con (d)escribirla.
José Mármol
Nació en Santo Domingo el 30 de abril de 1960. Es fundador de la Colección Ergo de Poesía Contemporánea Dominicana. Poeta y ensayista, su poesía propone conjugar el sentir, el pensar y la reflexión sobre el decir en el espacio del verso. Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña (1987), Premio de Poesía Pedro Henríquez Ureña (1992), Premio Casa de Teatro (1994) y accésit del Premio Internacional “Eliseo Diego” (1994) de la revista “Plural”. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés e italiano.