Yokasta Almonte tiene 16 años viviendo un infierno junto a Edwin García, (nombres ficticios de una historia real), con quien procreó tres hijos, de 12, 9 y 5 años de edad.
En su casa se respira violencia. A su pareja le molesta todo lo que hace, le dice cuantas palabras obscenas existen y estrella los enseres del hogar cuando llega embriagado en horas de la madrugada.
Además, su hijo de 12 años le grita y la manda a callar, ella, desesperada, solo atina responderle con una golpiza.
Vive en precarias condiciones económicas, reside en una casa alquilada, parte atrás, de madera y zinc, por la que paga RD$1,300 mensual. Ella no tiene empleo, él tiene un trabajo independiente.
Hace unos cuatro años que Edwin la agredió con un palo de escoba, por lo que acudió a una fiscalía, donde puso la denuncia por agresión. Le pidió a la fiscal que no lo apresaran y que solo quería que lo sacaran de la casa. La fiscalía lo intimó a salir de la vivienda en 24 horas, lo que él aceptó.
A los días me rogó que volviera con él, me dice que ha cambiado, que es un hombre nuevo y yo pensando que es cierto lo perdono. Esto me ha ocurrido como cinco veces, y cada vez él se comporta peor, dice.
En una ocasión, admite, volvió con él porque estaba pasando con sus hijos las de Caín, mucha hambre y todo tipo de necesidades. En ese momento entendió el por qué muchas mujeres están con los hombres por la comida.
No fue la única vez que Edwin fue denunciado por violencia de género. Una de sus queridas, cuenta Yokasta, lo sometió ante la fiscalía porque la amenazó con una pistola que poseía. Pasó la noche detenido en un destacamento.
Yokasta, de 38 años de edad, se queja que el Ministerio Público no le haya dado seguimiento a su marido, sabiendo que es un hombre violento. Recuerda que Edwin, de 42 años, fue invitado a ir a la fiscalía durante un mes para recibir terapias que les ayudarían cambiar su comportamiento, sin embargo, no fue ni una sola vez.
Hay momentos que yo lo que quiero es que se vaya, y sobrevivir como pueda con mis hijos. Yo no tengo para donde coger, mi mamá, que es enferma, vive en malas condiciones, expresa con pesar.
Teme por su vida. Dice que teme por su vida porque Edwin cuando no está en su sano juicio, se transforma, se torna muy violento. Es que, manifiesta, su marido creció en un hogar donde su padre maltrataba a su madre.
Yo temo ser la próxima víctima de la violencia intrafamiliar, cuenta con preocupación Yokasta, quien se atrevió a confesar sus sufrimientos a HOY, bajo la condición de que se mantenga bajo el anonimato.
Ella no quiere pasar a la trágica y desgraciada lista de mujeres que han caído en manos de sus parejas. En lo que va de año han ocurrido 109 feminicidios. Por la forma violenta cómo se comporta Edwin piensa que él pudiera estar consumiendo algún tipo de estupefaciente. Yokasta contempla la posibilidad de volver a la Fiscalía para que saquen a Edwin de la casa.
De repente a la mujer maltratada le saltan sus dudas que las podrían hacer retroceder en una decisión: de someter a la justicia a su permanente agresor verbal y física en una ocasión. Yokasta le reconoce bondades a su marido.
Gracias a Dios me compra todos mis electrodomésticos. Como te digo él tiene muchas cosas buenas, él no es hambriento, no es agarrado con nada, dice. Luego que él me insulta me compra cosas que me gustan como hot dog, chimi y hamburguesa.
El llega como si nada ha pasado. No pide perdón, por lo que hizo. Para él la culpable de todo siempre soy yo, expresa. Cataloga a Edwin de muy celoso, razón por la que no le gusta salir con él.
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Su recomendación
Yokasta Almonte pide a las mujeres que son abusadas por sus parejas a unirse y a formalizar denuncias ante las autoridades. Considera que se deben constituir en una voz pública para que otras mujeres abran sus mentes y no sean agredidas.
También recomienda a las mujeres a superarse para que no tengan que aguantar tantas cosas, como ella, a sus parejas. Sugiere poner freno al primer maltrato de sus parejas.